Alejandro Magno: Reinado – Conquistas

Tras el asesinato del rey Filipo II, por Pausanias, Alejandro fue nombrado rey de Macedonia a la edad de 20 años.

Tras suceder a su padre, Alejandro se encontró con que debía gobernar un país radicalmente distinto de aquel que heredó Filipo II 23 años antes, ya que Macedonia había pasado de ser un reino fronterizo, pobre y considerado de segunda fila por los griegos, a convertirse en un territorio que durante el gran reinado de Filipo se consideraba como parte de la Hélade y un poderoso Estado militar de fronteras consolidadas, con un gran ejército experimentado como era la falange y su célebre caballería, y que dominaba indirectamente a Grecia a través de la Liga de Corinto.

La muerte del gran Filipo supuso que algunas polis griegas, capitaneadas por Tebas y Atenas sometidas por él se alzasen en armas e hicieran una rebelión contra Alejandro ante la aparente debilidad de la monarquía macedonia. No obstante, Alejandro demostró rápidamente su destreza militar atravesando Tesalia para someterla nuevamentey acto seguido venció a los griegos tomando, destruyendo y arrasando Tebas y reduciendo a sus habitantes a la esclavitud, aunque perdonó a Atenas, les obligo a reconocer su supremacíahaciéndose nombrar Hegemon, comandante supremo de la Liga Helénica, comandante en jefe de la Liga de Corinto y presidente de la Liga Tesalia. De esta manera se ponía de manifiesto que el joven rey era el dueño absoluto de Grecia, continuando la política expansionista de su padre, de quien heredó la inteligencia política y la energía. Las tropas estaban dispuestas para la lucha. Las temidas falanges macedonias, constituidas por aguerridos y fieros combatientes en formación compacta, armados con lanzas de casi cinco metros, la poderosa caballería y los contingentes de tropas auxiliares estaban preparadas para ponerse a disposición de su rey, que iría al frente de ellas, participando en la batalla como un combatiente más.

Inmediatamente después, en el 334 a. C. Alejandro se dispuso a cumplir su siguiente proyecto: inicio la campaña militar por la que será más conocido: la conquista del inmenso y poderoso imperio persa, enemigo histórico y continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir.  El proyecto ya estaba en la mente de Filipo, quien había establecido posiciones en los territorios de la Tracia y el norte del mar Egeo, excelentes puntos de partida para futuras expediciones. Alejandro cogió el testigo y convenció a las demás ciudades helénicas de los beneficios de la empresa asiática, dotando la campaña de un significativo panhelenismo. La conquista de los territorios del Imperio Persa solventaría buena parte de los problemas de la población helena, a la vez que se vengarían las afrentas sufridas a manos de los persas en el siglo V a. C. En la primavera de 334 a. C. Alejandro salió de la ciudad de Pella, capital de Macedonia, y durante once años se dedicará a conquistar todas las regiones de Asia. Antípatro quedo como regente de Macedonia, provocando una manifiesta tensión con Olimpia.
El ejército de Alejandro estaba constituido por unos 25.000 infantes, 5.000 jinetes, 7.000 arqueros y 900 unidades de tropas auxiliares. El Imperio Persa contaba con un ejército infinitamente superior; unos 50.000 mercenarios griegos y más de 30.000 soldados procedentes de las levas, junto a la famosa guardia personal del rey, llamados los Diez Mil Inmortales, y las tribus de las montañas. Las provincias imperiales más alejadas estaban controladas por puestos fortificados y los recursos imperiales eran casi ilimitados, producto del ajustado engranaje de la maquinaria política y administrativa persa. A pesar de las contundentes diferencias, Alejandro Magno se impuso invariablemente sobre sus enemigos, merced a su excelente organización y adiestramiento, así como al valor y al genio estratégico que demostró; las innovaciones militares introducidas por Filipo (como la táctica de la línea oblicua) suministraban ventajas adicionales.
Las tropas helénicas llegaron a Asia Menor con la confianza de contar con la ayuda de las ciudades griegas ocupadas por los persas desde hacía bastante tiempo. Sin embargo, en estas ciudades se había producido una significativa prosperidad económica, que era amenazaba con la llegada de las tropas de Alejandro. Esta es la razón por la que en ciudades como Mileto o Halicarnaso el monarca helénico se encontró con una encarnecida resistencia hasta su definitivo sometimiento. La primera victoria sobre los persas tuvo lugar en la batalla de Gránico, en el mes de junio de 334. Alejandro obtenía además una importante victoria moral y el apoyo de algunas ciudades griegas de Asia. La campaña no había hecho nada más que empezar.

En abril del año 333 Alejandro llega a la ciudad de Gordion, donde existía una curiosa leyenda. Quien desatara el nudo del yugo del carro de Midas se convertiría en el dueño de Asia. Sacando su espada, Alejandro cortó el nudo. Esta anécdota, quizá falsa, será aprovechada como propaganda de las futuras conquistas a realizar. Desde allí se encaminará hacia el sur, llegando a la ciudad cilicia de Tarso, donde Alejandro cae enfermo tras tomar un baño frío cuando estaba agobiado por el calor.
La siguiente campaña se inició tras el paso de las Puertas Cilicias, que franqueaban el acceso hacia la costa fenicia y Mesopotamia. En noviembre del año 333 tuvo lugar la famosa batallas de Issos. Las tropas persas eran dirigidas personalmente por el rey Darío III Codomano, pero un error táctico y la valentía de los helenos dieron la victoria definitiva a Alejandro. Darío huyó, mientras su familia era capturada. Su madre, Sisigambis, su esposa, Estatira, sus hijas Estatira y Dripetis y un varón llamado Oco caían en manos del rey macedonio, siendo tratadas con especial dedicación, concediéndoles las atenciones propias de su realeza y sus atributos. En Damasco se hizo con el tesoro real persa, aportando una necesaria inyección económica a los escasos fondos con que contaba Alejandro. Darío intento llegar a un pacto con Alejandro, lo que colocaba a ambos mandatarios en una cierta situación de paridad.
Siguiendo una política de acercamiento con los pueblos vencidos, Alejandro mantiene una estrecha relación, aunque no se habla de matrimonio, con la noble persa Barsine, viuda de Memnón e hija de Artabazo.
El monarca macedonio empezaba a ser considerado como una seria amenaza para los persas. Sin embargo, Alejandro decidió dirigir sus pasos hacia Fenicia y Palestina. En Tiro y Gaza encontró una contundente resistencia. La primera ciudad sufrió un asedio de seis meses, mientras que la segunda resistía durante dos meses. Alejandro resultó herido en un hombro y sus tropas tuvieron numerosas bajas, lo que se reflejó en el inmisericorde trato que recibieron los derrotados. Los habitantes de las ciudades que sobrevivieron a la masacre fueron vendidos como esclavos.
Desde Palestina pone Alejandro rumbo a Egipto, campaña en la que apenas encontró resistencia por parte de las guarniciones persas. El macedonio fue recibido en Egipto como un auténtico héroe, ya que les liberaba de la sumisión persa, especialmente odiada por la población local en el plano religioso. El macedonio sacó partido de estas diferencias, ya que adoró a los dioses egipcios y reconstruyó algunos templos que se encontraban en delicada situación. Con estos gestos acabó por ganarse la voluntad del pueblo egipcio, especialmente del clero. Se hizo cargo del gobierno del país, nombrándose faraón y dividiendo el territorio en tres zonas dirigidas por funcionarios egipcios, aunque la fuerza militar que supervisaba la seguridad era macedonia. En el delta del Nilo, Alejandro fundaba la famosa ciudad de Alejandría, la primera que llevaría su nombre.

Una vez dueño de Egipto, el rey macedonio decidió emprender la acción más impactante de su aventura asiática: tomar el corazón del Impero Persa. Se dirigió hacia el curso alto del Eufrates, donde fundó Niceforio, y llegó hasta el Tigris sin apenas encontrar resistencia. Darío ofreció 10.000 talentos de oro por el rescate de su familia, así como el control de todos los territorios al oeste del Eufrates. Alejandro rechazó esta oferta, lo que provocó tensiones con algunos generales. El rey persa pasó a la ofensiva y organizó un potente ejército con el objetivo de rechazar a tan peligroso y altanero enemigo. Reclutó un amplio número de tropas en la zona oriental de su Imperio y se fue al encuentro de los macedonios. En el mes de octubre del año 331 tuvo lugar la definitiva batalla de Gaugamela. Alejandro atacó el centro de las tropas persas, lo que rompió sus líneas, provocando la huida de Darío y una desbandada generalizada. La nobleza persa veía cómo su rey era vencido por segunda vez consecutiva y decidió prescindir de él. Darío fue asesinado  y Alejandro se prestó a un paseo triunfal por el maltrecho imperio.
En Babilonia  fue recibido como un libertador y colmado de honores. Desde allí se dirigió a Susa y Persépolis, las capitales imperiales. Persépolis fue incendiada, en un gesto difícil de entender y que fue duramente criticado por Parmenión, uno de sus más importantes generales. La captura del tesoro real permitió a Alejandro la contratación de nuevos mercenarios, dirigiéndose hacia un nuevo objetivo: la ciudad de Ecbatana. Allí licenció a las descontentas tropas griegas de la Liga de Corinto, aunque la expedición conquistadora continuaba.
Las satrapías superiores de Bactriana y Sogdiana serán los siguientes objetivos, ya que hacía allí se habían dirigido los asesinos de Darío. Esta parte de la campaña militar de Alejandro será la más complicada, debido al rigor del clima, los ataques de las tribus montañesas en forma de guerrilla y lo desconocido del terreno. La dureza del avance provocó una sensación de descontento entre las tropas macedonias, aumentando el ambiente contrario al rey, reflejado en las crecientes conjuras contra Alejandro que se empiezan a suceder. Otro de los motivos de la distancia abierta entre el rey y sus tropas será la política de alianzas con la nobleza irania establecida por Alejandro. Dentro de esta política encontramos la boda con una princesa irania llamada Roxana, hija de Oxiartes, con quien tendrá un hijo póstumo llamado también Alejandro. Plutarco nos cuenta que Alejandro se casó profundamente enamorado, aunque no debemos dejar de lado el carácter diplomático del enlace. Con este matrimonio reforzaba la orientalización de su política, lo que aumentó la desconfianza de un amplio sector de militares macedonios.
Los territorios más septentrionales del Imperio Persa eran ocupados en el 328, alcanzando la frontera del río Jaxartes. Desde allí Alejandro decidió descender hasta la India. Para ello reforzó con tropas persas su contingente militar, cada vez más cansado y mermado de sus originales efectivos. Se alió con algunos reyes indios para facilitar la conquista del territorio, aunque no consiguió reducir la dureza de la campaña debido la pertinaz resistencia de los indígenas. Uno de los encuentros más duros tuvo lugar con el rey Poro, una especie de gigante con el que Alejandro se enfrentó en el 326, a orillas del río Hidaspes. La victoria cayó del lado del macedonio y Alejandro pensó en continuar con su expedición conquistadora dirigiéndose hacia el Ganges, una vez superado el Indo y llegado al río Hífasis. Pero las tropas estaban cansadas tras más de ocho años de aventura, por lo que el regreso se convertía en la mejor medicina para todos, excepto para el ambicioso Alejandro. Siguiendo el curso del Hífasis llegaron hasta la ciudad de Patala, luchando duramente con los indígenas y sufriendo la rebelión de los reyezuelos anteriormente sometidos.
Desde Patala se organizó el regreso, dividiéndose el ejército en tres cuerpos, dirigidos por Crátero, Nearco y Alejandro. En los diferentes territorios conquistados se realizarán continuas fundaciones de ciudades, llamadas Alejandría, que servirían para un estricto control de la zona donde se asentaban.
Arriano hace referencia a continuos escarceos amorosos de Alejandro en estos años, posiblemente motivados por la ausencia de heredero. Quizá sea ésta la causa de la boda con  Barsine en el año 324. Alejandro descubrió el grado de civilización de los orientales, a los que antes había tenido como bárbaros. Concibió entonces la idea de unificar a los griegos con los persas en un único imperio en el que convivieran bajo una cultura de síntesis. Para ello integro un gran contingente de soldados persas en su ejército, organizó en Susa “La boda de Oriente con Occidente” es decir, el matrimonio simultáneo de miles de los militares macedonios más destacados con princesas persas. Barsine era la hija mayor de Darío III y fue asesinada por Roxana antes del nacimiento de Alejandro IV. Según Aristobulo, en esta multitudinaria ceremonia también se casó con Parisátide, la hija de Oco.

Una vez conquistada la capital de los persas, Alejandro licenció a las tropas griegas que le habían acompañado durante la campaña y se hizo proclamar emperador ocupando el puesto de los Aqueménidas. Enseguida lanzó nuevas campañas de conquista hacia el este: derrotó y dio muerte a Bessos y sometió Partia, Aria, Drangiana, Aracosia, Bactriana y Sogdiana. Dueño del Asia central y del actual Afganistán, se lanzó a conquistar la India (327-325), albergando ya un proyecto de dominación mundial. Aunque incorporó la parte occidental de la India, que culminó con la victoria sobre el rey indio Poros, tras esto Alejandro tuvo que renunciar a continuar avanzando hacia el este por el amotinamiento de sus tropas, agotadas por tan larga sucesión de conquistas y batallas, querían volver a sus casas a ver a sus mujeres e hijos pues habían pasado muchos años sin saber de ellos.

La reorganización de aquel gran Imperio se inició con la unificación monetaria, que abrió las puertas a la creación de un mercado inmenso; se impulsó el desarrollo comercial con expediciones geográficas como la mandada por Nearcos, cuya flota descendió por el Indo y remontó la costa persa del Índico y del golfo Pérsico hasta la desembocadura del Tigris y el Éufrates. También se construyeron carreteras y canales de riego. La fusión cultural se hizo en torno a la imposición del griego como lengua común (koiné). Y se fundaron unas 70 ciudades nuevas, la mayor parte de ellas con el nombre de Alejandría (la principal en Egipto y otras en Siria, Mesopotamia, Sogdiana, Bactriana, India y Carmania).

Bucéfalo fue el caballo más famoso de la Antigüedad. Su nombre significa ‘cabeza de buey’, y se le llamó así a causa de la anchura de su frente, con una estrella blanca, y su cara algo redondeada. Aunque no de una estatura elevada, se hizo famoso por haber llevado a su amo, Alejandro Magno, a través de todas sus campañas en Asia. Finalmente murió a causa de heridas recibidas en una batalla, el año 327 a. C. Tenía entonces 30 años. En su honor, Alejandro celebró un solemne funeral y fundó una ciudad en su nombre. Alejandro reconocía que a Bucéfalo se debía una gran parte de su éxito en las guerras de Asia.

Saludos, Señor República.

Alejandro Magno: Nacimiento – Llegada al poder

Es bien sabido que a lo largo de toda la historia la humanidad ha sido testigo de la aparición, encumbramiento y a menudo declive de hombres excepcionales que por sus gestas, virtudes o conocimientos se han rodeado de una aureola de mito y leyenda. De entre esta clase escogida pocas figuras son parangonables con el rey macedonio Alejandro Magno. Su vida, breve pero intensa; sus gestas, más propias de un héroe épico, que le llevaron a dominar un imperio tan extenso como frágil; su muerte, en extrañas circunstancias y en plena cumbre de su poder; todo ello ha contribuido a hacer de él una especie de titán, donde mito y realidad se confunden. Alejandro Magno fue un hombre que pese a su corta vida, se ha escrito y se ha especulado tanto sobre él que se le considera una leyenda. Por ello, tal y como os prometimos en la encuesta, he decidido publicar la vida de Alejandro Magno en tres partes: 1) Nacimiento – Llegada al poder 2) Reinado – Conquistas 3) Muerte – División de su imperio.

En primer lugar, Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno, nació el 20 de septiembre de 356 a. C. en Pela, antigua capital de Macedonia. Fue hijo y sucesor  a su vez de un militar de gran mérito, Filipo II rey que engrandeció Macedonia y unifico Grecia. Su madre fue una enigmática mujer,  Olimpia, hija de Neoptólomeo I de Epiro y princesa de Epiro. Fue el rey de Macedonia desde 336 a,C. hasta su temprana muerte en el 323 a.C. Desde su niñez, su padre Filipo lo había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a Aristóteles como tutor personal para su formación intelectual y un gran dominio de la oratoria.

Alejandro tenía el hábito de inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho, de baja estatura con cutis blanco, cabello ondulado de color castaño claro y ojos heterócromos, el izquierdo marrón y el derecho gris, que no se sabe si eran de nacimiento o por un traumatismo craneal.

Su educación fue inicialmente dirigida por Leónidas, pariente de Olimpia y estricto maestro macedonio que daba clases a los hijos de la más alta nobleza, que lo inició en la ejercitación corporal pero también se encargó de su educación. Lisímaco, un profesor de letras bastante más amable y que se ganó el cariño del Magno llamándole Aquiles y a su padre, Peleo. Sin embargo, a los 14 años fue puesto bajo la tutela de Aristóteles, que sería su maestro en un retiro de la ciudad macedonia de Mieza y le daría lecciones sobre política, elocuencia y la historia natural. Alejandro sabía de memoria los poemas homéricos y todas las noches colocaba la Ilíada debajo de su cama.

Muy pronto su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo regente, a pesar de su juventud. En el 338 a. C. dirigió la caballería macedónica en la la batalla de Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese mismo año. Desde pequeño, Alejandro demostró las características más destacadas de su personalidad: activo, enérgico, sensible y ambicioso. Es por eso que, a pesar de tener apenas 16 años, se vio obligado a repeler una insurrección armada. Se afirma que Aristóteles le aconsejó esperar para participar en batallas, pero Alejandro le respondió: «Si espero perderé la audacia de la juventud.»

Se cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la más referida aquella que narra Plutarco: El primer encuentro de Alejandro con Bucéfalo fue cuando aquel tenía solo doce años. Cuando su padre, el rey Filipo de Macedonia, estaba a la compra de caballos, le trajeron a Bucéfalo, que empezó a actuar de una manera salvaje, saltando y coceando a su alrededor. Como nadie parecía capaz de someterle, Filipo ordenó que se lo llevaran de allí, por imposible. Y Alejandro exclamó: «Qué pena que un ejemplar tan magnífico se pierda por la incompetencia de algunos».  Filipo respondió: «¿Crees que tú podrías hacer lo que estos hombres con más edad y experiencia no han podido?». Y Alejandro respondió: «Yo seré capaz de hacerlo». Nadie le creyó. Pero Alejandro observó que el caballo estaba asustado de su propia sombra, y le colocó de forma que se enfrentara al sol. Entonces Alejandro se agarró a la crin y saltó sobre la grupa de Bucéfalo. Acariciándolo y hablándolo suavemente, Alejandro lo cabalgó enfrente de su padre con mucho orgullo. Filipo, impresionado, pagó un buen precio por el caballo y se lo dio a su hijo Alejandro, diciéndole: «Hijo, busca un reino que se iguale a tu grandeza, porque Macedonia es pequeña para ti.». A partir de entonces, Bucéfalo dejó a los criados que se ocuparan de él, pero sólo consintió a ser montado por Alejandro.

Tras la batalla, un nuevo matrimonio de Filipo con la joven macedónica Eurídice, relegando a Olimpia, que podría llegar a poner en peligro el derecho de Alejandro al trono, hizo que Alejandro se enemistara con Filipo. Es famosa la anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el tío de la novia, llamado Atalo, ofendió a Alejandro porque dijo que del matrimonio de ambos diera un heredero legítimo al rey, en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro y que la nueva esposa de Filipo, siendo macedonia, daría a luz a un heredero totalmente macedonio, con lo cual sería posible que se relegara a este último la sucesión. Alejandro se enfureció y le lanzó una copa, espetándole: «Y yo ¿qué soy? ¿un bastardo?» En ese momento Filipo, se acercó a poner orden queriendo desenvainar su espada contra su propio hijo, pero debido a su estado de embriaguez, se tropezó y cayó al suelo, lo que le granjeó una burla de Alejandro: «He aquí el hombre que quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de un lecho a otro sin caerse.» La historia le valió la ira de su padre, por lo que Alejandro tuvo que irse a Epiro junto a su madre. Sin embargo, Filipo terminaría por perdonarle.

Aunque el papel de Alejandro Magno es indiscutible, para entender mejor la figura de Alejandro, no está de más que tratemos de considerar el peso decisivo de su herencia macedonia. Muchos de los comportamientos de Alejandro a lo largo de su corta existencia no se entenderían correctamente sin tener en cuenta el papel desempeñado por su progenitor. Filipo II consiguió hacer de Macedonia un estado fuerte y poderoso, capaz de albergar serias aspiraciones a ocupar un lugar de privilegio dentro del concierto internacional de la época, pues sometió a la aristocracia al poder real, reorganizo el ejército y la explotación de las minas de oro en el Pangeo. El rey había cambiado del todo la vida de los macedonios y había convertido a Macedonia en la potencia dominante de la Helade.

      

Busto de Filipo II y su aspecto tras la herida de flecha en el ojo durante la batalla de Queronea.

Las condiciones naturales y sociales antes de la llegada al trono de Filipo, no eran similares a las del resto del mundo helénico. Continuaban viviendo a la manera tradicional, muy diferente al modo de vida griego. Sufría inestabilidad continuada de sus fronteras exteriores. Su cercanía con poblaciones nómadas que basaban sus formas de vida en el pillaje de los territorios más próximos la situaba como blanco perfecto de sus repetidas y estacionales incursiones en busca de botín. Esta inestabilidad de sus fronteras era una amenaza permanente para la seguridad de sus habitantes y tuvo también siempre un peso determinante sobre la cohesión interna del reino y sus expectativas de futuro. Desde el punto de vista interno, la situación en Macedonia era confusa e inestable.

La situación desigual del país favorecía el desarrollo de noblezas locales muy poderosas que controlaban sus respectivos territorios frente a las demandas centralizadoras de la dinastía reinante.

Los intereses cruzados de la casa real reinante y de los otros clanes nobiliarios entraban en constante pugna. Había una necesidad urgente de asegurarse las espaldas ante posibles conjuras en un medio en el que el carácter implacable de la lucha interna por el poder era una nota dominante.

La cohesión de Macedonia como un Estado fuerte se veía también amenazada desde la órbita griega, pues una Macedonia fuerte y estable en el norte perjudicaba seriamente los intereses y perspectivas de unos y otros. Por eso decidieron tomar parte activa, sobre todo los atenienses, en los conflictos internos que asolaban el reino macedonio.

Filipo tuvo que afrontar de forma inteligente y decidida esta situación. Tomó parte interesada en las guerras sagradas y pudo ocupar un lugar privilegiado en la anfictionía. Esto le proporcionó un cierto prestigio y aseguraba un lugar de relieve para Macedonia dentro del panorama griego.

Además, Filipo construyó un ejército impresionante: la casi toda poderosa falange, que estaba formada por soldados fuertes y disciplinados, curtidos en las duras campañas contra los bárbaros del norte y que portaban unas largas lanzas de casi cinco metros y combatían en formación compacta y cerrada.

Utilizó como instrumento militar decisivo la célebre caballería compuesta por el grupo privilegiado de los “compañeros del rey”, un grupo elegido de jóvenes que se habían formado conjuntamente desde niños en el ejercicio de las armas. Así tenían fuertes lazos de solidaridad interna y una devoción inquebrantable hacia la persona del monarca. Una especie de “primus inter pares”.

Consiguió también reunir un importante contingente de tropas auxiliares los componentes de las primeras filas enarbolaban hacia el frente las lanzas y, de forma sucesiva, el resto de las filas las inclinaban hacia el cielo en ángulo creciente construyendo un caparazón defensivo.

Otras innovaciones fueron la formación en cuña de la caballería, el tren de asedio, la catapulta de torsión. Filipo siempre estuvo al lado de sus tropas, tanto en las primeras filas de combate como en las celebraciones y festejos.

Para la conquista del imperio persa había constituido un ejército imponente, dotado de un armamento contundente y de una maquinaria de guerra importante. Había formado un cuerpo militar dirigente perfectamente coordinado entre sí. Se había asegurado también sobre bases firmes sus dominios egeos, creando una retaguardia sólida.

La concreción de apoyos institucionales como la liga de Corinto, hacía presagiar una campaña exitosa contra los persas, un enemigo que siempre había parecido soberbio y espectacular a los ojos de los griegos.

En la primavera del año 336, iniciada ya la invasión de Persia, el rey Filipo fue asesinado por un noble macedonio y capitán de su guardia, Pausanias. Nunca se supo si este asesinato fue como resultado de una conspiración atribuida a una historia amorosa de Filipo, aunque se sospecha que pudo ser Olimpia o los persas. Aunque Pausanias tenía sus propios motivos para dar muerte al rey, su rápida captura y ejecución hicieron imposible aclarar las circunstancias del magnicidio. Alejandro, a la temprana edad de 20 años, fue coronado rey de Macedonia.

Saludos Señor República.