Troya

La famosa Troya (antigua Ilión) de las leyendas griegas del relato de Homero se encuentra situada en el extremo noroeste de Asia Menor, en la actual Turquía, ubicada sobre el montículo Hissarlik.

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Ubicación de Troya

Muchos arqueólogos creían que realmente esta ciudad nunca existió, pues solo se tenía constancia de ella a través de los poemas épicos de Homero, donde nos cuenta la destrucción de la rica y gran amurallada Troya, tras 10 años de asedio, en el año 1.180 a.C., año referente cultural griego. Troya es conocida a través de obras como «La Iliada» donde nos cuentan la batalla de Troya entre los aqueos y los troyanos, producida por el secuestro/huida de Helena de Esparta con Paris, príncipe de Troya, donde aparecen personajes míticos como Aquiles, Héctor, Agamenon, Odiseo, Priamo o Áyax. «La Odisea» donde Homero nos cuenta las aventuras del heroe Odiseo de vuelta a casa tras la victoria en Troya. «La Eneida» obra en la que Virgilio por encargo del emperador Augusto, cuenta la historia de Eneas, troyano que logra huir junto a su hijo Ascanio, de sus descendientes proviene Romulo y Remo, fundadores de Roma, por tanto, mediante este relato se busca dar un origen mítico y divino de Roma.

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En el mito observamos como Troya en sus inicios era llamada Ilión, pues su fundador era Ilus, hijo de Tros, de quien deriva Troya. El hijo y sucesor de Ilus fue Laomedón. Durante el reinado del hijo de Laomedón, Priamo, tuvo lugar la conocida guerra de Troya por el rapto de Helena de Esparta, que provocó la captura y destrucción de la ciudad a través del conocido caballo de Troya.

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Según la historiografía se piensa que esta guerra entre los aqueos y los troyanos se produjo por motivos estratégicos, económicos y por el control de las rutas comerciales en Anatolia.

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Como ya he mencionado con anterioridad, Troya se creía que realmente no existía puesto que solo se conocía a través de la obra de Homero, pero esto cambió como la llegada de Heinrich Schliemann que demostró que los lugares que la Iliada describía eran realmente lugares históricos.

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Heinrich Schliemann

Schliemann nació el 6 de enero de 1822 en Alemania, su padre le regaló la Iliada cuando era muy pequeño. El pequeño quedó fascinado con la historia entre los griegos y troyanos, por ello, decidió desde muy joven encontrar las ciudades de la obra de Homero. Desenterró no una Troya, sino distintas troyas construidas sobre distintas fases de construcción.

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Fases ocupación de Troya

Schlimann no tenía ningún tipo de formación científica. Estuvo hasta los cuarenta y cuatro años haciendo fortuna como comerciante y posteriormente se dedicó a intentar demostrar que el relato homérico era cierto. Su primer objetivo era demostrar que la ciudad destruida de Troya era cierta. Hasta el año 1870 no empezaron las excavaciones en el monte Hissalik (Turquía), cerca de la costa, pero esta excavación era un proyecto que unos años antes había comenzado el inglés Frank Calvert y que tuvo que abandonar por falta de dinero.

Schliemann estaba convencido de la veracidad de la Troya de Homero y, a pesar de tener en su contra a toda la comunidad científica de la época que lo tildaba de loco, Schliemann comenzó las excavaciones en septiembre de 1871 con un total de ochenta trabajadores

El amante de la Iliada descubrió en los años siguientes lo que parecían tres ciudades superpuestas de cronología romana y helenística. En su afán de ir más rápido y obtener vestigios de época homérica, provocó varios destrozos arqueológicos con sus trabajos ahondando hasta los niveles de la Edad del Bronce. En esta búsqueda alcanzó en 1873 un gran hallazgo: una vasija de cobre que contenía una colección de joyas que las denominó como «El tesoro de Priamo», cuyas joyas puso sobre su esposa, Sofía Engastromenos.

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Estas piezas no tenían nada que ver con las del rey de época homérica. La enorme cantidad de objetos preciosos encontrados (más de 10.000 piezas de oro) que denominó «El Tesoro de Priamo» fue encontrado en la fase conocida como Troya II, mientras que el rey Priamo que aparece en la Iliada, habría sido habitante de la fase de Troya VI o VII, que fueron ocupadas cientos de años después.

Schliemann tuvo enormes dificultades para sacar los tesoros de Turquía, sin embargo logró ponerlo a buen recaudo, siendo valorada la colección en la astronómica cifra de 80.000 libras esterlinas de la época. Así pues el tesoro acabó en Berlín, pero tras finalizar la II Guerra Mundial con la derrota de Alemania, Stalin las traslado a su capital (Moscú) donde se encuentran actualmente en el Museo Pushkin.

En 1882 Schliemann convenció al alemán Willhelm Dörpfeld para que se uniera a su aventura, consiguiendo con ello que sus trabajos no fueran los del buscador de tesoros, sino los de un verdadero arqueólogo, ayudandole a reinterpretar las unidades estratigráficas de las distintas fases de Troya. Dörpfeld continuó la excavación en Troya tras Schliemann. Fue él quien según sus estudios colocó a la troya de Homero en el nivel VI.

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Wilhelm Dörpfeld

Finalmente, el arqueólogo estadounidense Carl Blegen rechazó la tesis de Dörpfeld de la Troya VI como fase de la Iliada, probablemente destruida por un terremoto y no por un incendio, por ello, Blegen se decidió por la fase de asentamiento de Troya VII, que data de 1.250-1.000 a.C. donde existe un amplio estrato de cenizas y restos carbonizados, entre los vestigios hallados en este estrato figuran restos de esqueletos, armas, depósitos de guijarros, etc.

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Carl Blegen

A través de los hallazgos arqueológicos podemos extraer 10 niveles de ocupación de la ciudad de Troya. Las cuatro primeras, desde Troya I a Troya IV, se desarrollan durante el III milenio a.C. habiendo una clara continuidad cultural hasta la fase de Troya V. Observamos como en la Troya VI se produce un auge de la ciudad. Troya VII por sus hallazgos es la principal candidata para identificarse con la Troya homérica. Posteriormente, Troya VIII y Troya IX son las fases de ocupación de la Grecia Arcaica, la época clásica, el periodo helenístico y la ocupación romana. La Troya X es la perteneciente al periodo Bizantino.

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Las 10 fases de ocupación de Troya

Troya I

Descubierta por Schliemann, estaba constituida por un recinto de murallas fortificadas de piedras, de 2,50 m. de grosor, probablemente con bastiones cuadrangulares. Aún quedan huellas del oriental con una altura mayor, 3,50 m. que son las que controlan la entrada. Sus murallas están formadas por piedras irregulares y se estrechaba por la parte alta. Las viviendas asociadas tienen una planta rectangular y en su interior observamos por primera vez cerámica decorada con rostros humanos esquemáticos. Esta fase de ocupación se sitúa en el periodo del Bronce Antiguo entre el 2.920-2.500 a.C. Fue destruida por un incendio y reedificada, dando lugar a Troya II.

Troya II

Pese a que Troya I fue destruida, no existe interrupción ni cronológica ni cultural con Troya II. Esta se desarrolla entre el 2.500-2.350 a.C. en ocho fases constructivas durante las que creció hasta ocupar una superficie de 9.000 m2. Su muralla es de planta poligonal y fue realizada con adobes sobre una base pétrea, en ella observamos dos puertas accesibles por rampas de piedra y torres cuadradas en los ángulos. El edificio más destacado es el megaron de unos 35 metros. En esta fase de Troya Scliemann encontró el denominado «Tesoro de Priamo».

Troya III, IV y V

Durante el III milenio a.C. una primera ola de migraciones de pueblos indoeuropeos marca en el mediterráneo sensibles cambios, registrados en la Troya de las fases III-V . Estas fases no parecen interrumpirse, pero sí ralentizarse drásticamente. Se observa como las construcciones son de peor calidad respecto a las anteriores fases. Esta se desarrolla entre el 2.350-1.800 a.C. En esta fase podemos destacar hallazgos arqueológicos como los vasos antropomórficos encontrados en Troya III por Schliemann, los hornos en cúpula y las viviendas de cuatro habitaciones de Troya IV y la ruptura cultural que se observa en el urbanismo regular con habitaciones más espaciosas de Troya V.

Troya VI

Este nivel corresponde al periodo que engloba del año 1.800-1.250 a.C. cuando probablemente un fuerte terremoto acabó con la ciudad. En este nivel destaca la fortaleza, con el monumental bastión de 9 m de altura, en caso de asedio, la ciudad disponía de una gran cisterna de 8 m de profundidad en el interior del bastión central. Utiliza una técnica de construcción compleja, con unas bases de piedra y la superestructura de adobes en una altura de 4-5 m. Además la disposición de los edificios y el urbanismo se adapta a la forma circular de las murallas, cuyo centro estaba formado por los edificios más importantes: el palacio y el templo.

Troya VII

El nivel de Troya VII abarcaría el periodo situado entre los años 1.250-900 a.C. El arqueólogo Blegen rechazó la tesis de Dörpfeld que defendía la Troya VI como la ciudad homérica y se inclinó por el nivel de Troya VII-A, algunos eruditos señalan que la ciudad del rey Priamo corresponde con Troya VII-A, a pesar de la indudable inferioridad artística y arquitectónica que la distingue de la precedente.

En el nivel Troya VII-B se ha supuesto un asentamiento de un pueblo extranjero procedente de los Balcanes. Durante este período se produjeron al menos dos incendios y uno de ellos produjo el final de esta ciudad.

El signo más evidente de un cambio en el orden social y cultural se observa en la aparición en el nivel de Troya VII-B2 un tipo de cerámica denominado knobbed ware.

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Cerámica de tipo knobbed ware

El arqueólogo Manfred Korfmann defiende un nivel de Troya VII-B3 que se diferencia del anterior por la llegada de otra colonia diferente a la anterior que se caracteriza por la utilización de la cerámica protogeométrica que desapareció en torno al 900 a.C. quedando un lugar casi deshabitado.

Troya VIII y IX

Tras un abandono de la ciudad de unos 200 años, observamos un nuevo auge arquitectónico sobre todo de tipo religioso, ya que, son las fases de ocupación de la Grecia Arcaica, la época clásica, el periodo helenístico hasta su destrucción por parte de los hombres de Mario y la posterior ocupación y remodelación romana. El nivel de Troya VIII ocuparía los años 700-85 a.C., mientras que Troya IX ocuparía 85 a.C – 400 d.C.

Troya X

Este nivel de Troya X comprende los restos de época bizantina pertenecientes al 1.300-1.400 d.C. hasta la caída de Bizancio. Posteriormente se deshabito produciendose un montículo de estratos.

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Guerra de Troya

Un saludo, Señor República.

Vlad Drácula: vida y mito

Vlad Drácula también conocido como Vlad Tepes o Vlad III es un monarca que desde su vida (1431-1476) años que datan entre el final de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna (1453 caída de Constantinopla y 1492 descubrimiento de América) hasta nuestros días ha sido objeto de diversas interpretaciones, dando lugar a la creación de diversos mitos y leyendas que con el paso del tiempo han ido engrandeciendo la figura de este personaje, pasando de ser el rey de Valaquia a ser el Príncipe de las Tinieblas, ya que Bram Stoker basó su obra Drácula en el personaje de Vlad Drácula. Este artículo se ocupa de la evolución de esta figura durante la Edad Moderna hasta la llegada a Bram Stoker, escritor que se basó en nuestro personaje para la creación de la obra literaria de Drácula (1897), novela que dio forma al mito del vampiro que tanto se ha difundido tras su éxito y que en la actualidad ha dado lugar a una gran saga tanto de libros como de películas de ciencia ficción sobre vampiros.

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Biografía

Vlad Draculea nació en Sighisoara (cerca de Valaquia, Transilvania, Rumanía) el año 1431 y muerto cerca de Bucarest (capital de Rumanía) el año 1476.

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Nacido en 1431 en Sighisoara, cerca de Valaquia (Transilvania, Rumanía) durante el exilio de su padre Vlad II Dracul. Vlad Tepes fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad Dracul, príncipe de Valaquia y miembro de la Orden del Dragón. Esta orden, en la cual ingresó Vlad Dracul por concesión de Segismundo de Luxemburgo en el año 1431, tenía como emblema una serpiente alada, símbolo del diablo en la cultura folclórica rumana, y en sus filas se encontraba un numeroso ejército de fieros guerreros.

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Vlad Tepes vivió una infancia traumática, hecho que sin duda resultó determinante a la hora de conformar su sádica personalidad. Entre 1436 y 1444, pasó su infancia en Tirgoviste, capital de Valaquia, ya que su padre recuperó el trono.

De 1444 a 1448, él y su hermano pequeño Radu II el Bello, permanecieron como rehenes entregados por su propio padre a los turcos en Edirne (Adrianópolis) como símbolo de apoyo al sultán Murad II. Durante su cautiverio, el joven Vlad fue adiestrado en las artes de la guerra y se familiarizó con la cultura y la lengua turca, pero en octubre de 1448, tras el asesinato de su padre que había muerto apaleado y de su hermano Mircea, al cual le habían quemado los ojos con un hierro candente antes de enterrarlo aún con vida. Ambos sucesos fueron ordenados por el conde Juan Hunyandi, antiguo aliado de Vlad II, y apoyados por los boyardos, que eran la aristocracia local, a los cuales Vlad tuvo desde entonces odio eterno. Vlad con el apoyo de los turcos retornó a Valaquia, donde fue coronado  como nuevo rey bajo el nombre de Vlad III.

Este primer reinado no durará mucho, ya que, ese mismo año tuvo que abandonar el poder, pues se produjo la rebelión de los boyardos, encabezados por Juan Hunyadi, regente de Hungría, esto obligó a Vlad a exiliarse en noviembre de 1848, primero a Moldavia y más tarde a Hungría.

Este suceso no freno sus ansias de recuperar el trono, más bien lo ascendió, puesto que reunió a su propio ejército y finalmente en el año 1456 vio cumplido su sueño al recuperar la corona de su ansiada Valaquia, tras matar a Vladislav II.

Durante su segundo reinado en Valaquia que data entre 1456 y 1462, empieza a forjarse su imagen negativa y la leyenda sobre el sadismo de Vlad Dracula a quien empiezan a denominar como Vlad Tepes, a quien se le atribuyen más de cien mil muertes durante este periodo. Esta imagen negativa proviene de su entorno en las poblaciones sajonas y húngaras, con quienes mantendrá una política de tensa hostilidad y enfrentamientos, al igual que con los turcos.

En 1462, lanza una ofensiva contra el territorio fronterizo turco, que causó veintitrés mil muertos, a la que Mehmet II responde en junio con una campaña, en la que el sultán está a punto de perecer, y en la que los otomanos lograron acabar con los recursos del rey de Valaquia, entronizaron al hermano de Vlad, Radu II el Bello como rey de Velaquia y lo obligaron al exilio en Hungria. Una vez allí, pidió asilo al rey húngaro, Matías Corvino, quien, lejos de atender sus peticiones, lo traslado a Pest y lo mantendrá encarcelado y retenido durante doce años, alegando falsas acusaciones.

En julio de 1475, el rey de Hungría lo libera y pone a disposición de Vlad un ejército a fin de recuperar para su reino el territorio de Valaquia. Un año más tarde, en noviembre de 1476, Vlad Tepes volvía a hacerse con la corona de Valaquia tras la victoria en la batalla de Vaslui, en la que contó con el apoyo de las tropas de su primo, el principe Esteban Bathory de Moldavia, con un ejército formado por transilvanos, boyardos valacos y moldavos.

Tras esta batalla, su primo Esteban volvió a Transilvania dejando a Vlad en una posición muy débil frente a los enemigos turcos. Por ello, a las pocas semanas de su triunfo, en la Navidad de 1476, el rey de Valaquia, Vlad III fue asesinado en una emboscada realizada por los turcos, que lo asesinaron y exhibieron su cabeza en una estaca en Estambul.

Mitos y leyendas de su figura durante la Edad Moderna

Como ya he mencionado anteriormente, Vlad Dracula fue el personaje en el que el escritor irlandés Bram Stoker se inspiró para crear el personaje del vampiro en el Conde Drácula, con lo cual observamos que la imagen que ha dado lugar durante su vida y que nos ha llegado a la actualidad sobre él es una imagen negativa, perversa, de sádico, de diabólico y de no tener compasión hacia el enemigo.

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Esto por lo que se observa ya viene de herencia anterior a él, ya que su padre se gana por méritos propios el apodo de “Dracul” (El Diablo) por su afamada crueldad y sangre fría y que posteriormente heredaría su predecesor. Predecesor que ha pasado a la historia por su apodo Drácula (proviene de “Draculea”). La terminación “ulea” en rumano quiere decir “hijo de”, lo que podría traducirse como “El hijo del Diablo”.

En los documentos de la época se le describe como un tirano sanguinario, alejado de la fe cristiana, que goza con la muerte indiscriminada y que siente predilección por empalar a sus víctimas, lo que le valdrá posteriormente, a mediados del siglo XVI, el apelativo de ‘Empalador’ que en rumano significa Tepes, de ahí su denominación más conocida como la de Vlad Tepes (Vlad el Empalador) y que llevará a convertirlo en el famoso Drácula.

Su comportamiento diabólico y sin compasión se entiende ya desde muy pequeño, pues a muy temprana edad, trece años, fue enviado junto a su hermano, por su propio padre para ser rehén del sultán turco y luchar en su ejército de ese modo aprendió muy tempranamente disciplina militar y no pudo gozar de una infancia placentera.

Lo cierto es que un delegado papal en la corte húngara lo describió así:
No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto
espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas
pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra.

Esta descripción nos describe a un personaje frío, que provoca miedo y espanto, nos describen la imagen de un sádico que no siente compasión ante nadie y concuerda con los mitos y leyendas que se cuentan en torno a su figura.

En la actualidad, observamos como esa imagen ha ido cambiando y que tanto en las películas como en los libros actuales se representa a Dracula como un personaje más varonil y sobre todo romántico, algo que no concuerda con su descripción en los documentos de la época.

Como ya he mencionado anteriormente, el apodo de Tepes nos indica su predilección a la hora de ejecutar a sus enemigos, puesto que tenía predilección por la técnica empalamiento. Esta técnica de tortura y ejecución terrorífica consistía en introducir a la victima sobre una estaca de punta afilada de aproximadamente 3,50 m de longitud atravesarlo por el ombligo o el corazón, levantarlo y dejarlo morir, esta muerte sería relativamente rápida y estaría destinada para los más afortunados.

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Es destacable la leyenda que cuenta que un buen día un comerciante extranjero pidió auxilio a Vlad porque unos ladrones le habían robado un saco con monedas de oro, Vlad le dijo a ese comerciante que se marchara y regresara mañana, al día siguiente este comerciante entro al salón principal donde allí se encontraba Vlad en su trono rodeado de los ladrones, sus mujeres e hijos empalados a su alrededor y le dio la bolsa de monedas al comerciante y le pregunto si estaba todo el oro, a lo que el comerciante con voz temblorosa respondió que le sobraba una moneda, Vlad le dijo que su honradez le había salvado ya que había una de más, si hubiera dicho que estaba todo hubiera acabado empalado al igual que sus ladrones.

La población se quejaba de los continuos robos que sufrían por parte de ladrones y asaltantes en sus territorios, además de los pobres, que según Vlad no aportaban nada al país. Para erradicar esto, cuenta la leyenda que organizó un festín en una casa de las afueras de la ciudad, en la cual se invitó a pobres, ladrones, tullidos, leprosos y enfermos. Cuando ya todos estaban bien servidos de comida y borrachos de vino, Vlad se presentó con su guardia en la casa y preguntó a todos los allí reunidos si querían una vida sin privaciones ni preocupaciones y que todos los días se dieran festines como aquél, a lo que los mendigos y demás personas respondieron que sí y que había sido el mejor día de sus vidas. Vlad mandó a sus soldados que cerraran todas las puertas de la casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. Eliminó la pobreza acabando con los pobres. Esto se fue repitiendo con todos los mendigos en cada comarca de su principado.

Nunca sabremos si esto es verdad o mentira, pero lo que sí es cierto es que este comportamiento convertirá a su país en un lugar más seguro sin ladrones, llegó a tal nivel de seguridad que según la leyenda en las fuentes y plazas de los pueblos se mandaban colocar una copa de oro para beber de ella, ya que nadie sería capaz de robarlas, pues en caso de hacerlo sería sometido ante la justicia de Vlad.

Hay un mito sobre las caravanas de comerciantes alemanes que en su ruta no pararon por su amada Valaquia a comerciar con Vlad. Éste, al enterarse de la falta de respeto hacia él y su pueblo, mandó asesinar a los comerciantes exceptuando a dos, pero a estos dos no les perdono, sino que a uno de ellos le sacó los ojos y al otro le cortó la lengua y los hizo volver con las cabezas de los comerciantes a su lugar de partida.

Además, según cuenta la tradición rumana dos monjes fueron a reunirse con Vlad a su castillo. Cuando entraron observaron los cuerpos empalados al rededor de la corte y Vlad les preguntó que qué les parecían los empalamientos, uno de ellos respondió que hacía muy bien en hacerlos pues era una misión divina castigar el crimen, mientras que el otro lo condenó. Uno de los monjes fue empalado y el otro fue recompensado. Según las versiones tradicionales rumana y rusa, premió al honesto y empaló al que lo alabó.

También es conocido su afán por beberse la sangre de sus enemigos y comer rodeado de empalados, un visitante que comió junto a él tuvo que taparse la nariz al no poder respirar con la olor a putrefacción que había en la sala, Vlad se lo tomo como una falta de respeto y lo mando empalar en lo más alto del salón ya que allí podría respirar mejor.

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Supuestamente, entre 40.000 y 100.000 personas murieron de esta manera, o a través de otros métodos de tortura, a manos de los hombres de Vlad, durante los años que duraron sus sucesivos reinados, siendo su segundo reinado (1456-1462) el que lo culminó con su imagen negativa: enemigos, traidores, delincuentes de todo tipo e incluso algún mendigo. Vlad odiaba, más que cualquier cosa, los robos, las mentiras, el adulterio, y no perdonaba a nadie por su rango, es más cuanto mayor era el rango del traidor, más duro era el castigo.

De este mismo modo, Vlad consiguió acabar con los enemigos interiores como eran los boyardos (aristocracia local) quienes asesinaron a su padre y a su hermano. Estos durante su segundo reinado entraron como invitados a un festín el día de Pascua de 1459 en Tirgoviste, donde les pidió ir vestidos con sus mejores galas. Cuando terminaron de cenar, Vlad mandó empalar a los más viejos que fueron atados, colocados boca abajo y empalados con estacas romas que penetraban más lentamente en su cuerpo para que el suplicio durara más. Vlad los dejaba pudriéndose durante meses. Se dice incluso que un ejército turco que pretendía invadir Valaquia se volvió atrás, aterrado, cuando encontró a varios miles de empalados descomponiéndose en lo alto de sus estacas, a ambas orillas del Danubio.

Mientras que a los boyardos más jóvenes los obligó a ir desde Tirgoviste hasta lo alto del monte Poenari. Los boyardos fueron a pie y muchos perecieron en el largo camino, pero los que llegaron aún con vida fueron obligados allí a trabajar como mano de obra esclava y a construir el castillo de Vlad, de este modo sus preciosas ropas de galas quedaron convertidas en harapos, mientras eran obligados a construir el castillo e iban muriendo de cansancio, enfermedad o de hambre a lo largo de los meses de trabajo. Este castillo es el conocido como Fortaleza de Poenari y este es el verdadero castillo de Vlad.

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Verdadero castillo de Vlad en Poenari

Esta fortaleza estaba localizada en un punto estratégico excelente en lo alto del monte Poenari y desde el que podía visualizar Velaquia y la llegada de cualquier enemigo. En la actualidad, cuando se habla del Castillo de Drácula muchos piensan erroneamente en el Castillo de Bran como lugar de la antigua residencia de Vlad, esto se debe a que Ceacescu, antiguo presidente de Rumanía, sabía que tras la obra de Bram Stoker sobre Drácula una oportunidad así no la podía dejar de escapar, pues el castillo real de Vlad Tepes estaba en ruinas y andaba lejos de las principales atracciones turísticas, por lo que decidió buscar en otras localizaciones como Brasov, capital turística del esquí en Rumania, allí se encontraban varios castillos y fortalezas, entre los que destacaba el Castillo de Bran, lugar del que hizo publicidad para atraer turismo.

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Castillo de Bran (falso castillo de Vlad)

Además de todo esto, Vlad logro atrapar al más peligroso de sus adversarios, Dan Voeivod en la primavera de 1460, al que obligo a cavar su propia tumba y asistir a su funeral antes de hacerlo decapitar.

Tras acabar con los enemigos interiores, Vlad se dispuso a acabar con los enemigos exteriores. De este modo, decidió alzarse contra los turcos. Este alzamiento contra los turcos empezó en 1459, cuando el papa Pio II convocó a una nueva cruzada contra los turcos, en el congreso de Mantua. Pero solo Vlad y Matías Corvino, rey de Hungría respondieron afirmativamente a la petición del papa. En 1460, el sultán Mehmet atacó la fortaleza de Smederevo, en Serbia, cerca de la frontera con Valaquia lugar donde residía un gran amigo de Vlad, y allí despellejo y luego descuartizo a uno de los mejores amigos de Vlad, Miguel Szilahyi.

A partir de ese instante, Vlad decidió que Valaquia debía dejar de pagar el tributo al sultán turco y dejar de servir como intermediario entre turcos y húngaros. Este tributo anual que Valaquia debía pagar a los otomanos consistía en 10.000 ducados y 200 niños cristianos, para ser formados como jenízaros. Cabe recordar que él mismo junto a su hermano fueron mandados por su padre desde muy pequeños como parte de este tributo. Cuando Mehmet II se percato de que Vlad no iba a pagar, envió a varios representantes de su corte a Tirgoviste, para pedir explicaciones a Vlad por su retraso en el pago del tributo. Estos iban ataviados con sus ropas tradicionales, entre ellas el turbante. Al presentarse ante él, Vlad les preguntó por qué no le mostraban respeto descubriéndose la cabeza, y los turcos respondieron que no era costumbre en su país. Vlad ante tal ofensa respondió a las exigencias de los enviados turcos clavándoles el turbante a sus cabezas.

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A finales de 1461, Vlad comenzó con su plan para liberar Valaquia del yugo turco. Empezó por atacar las fortalezas otomanas del Danubio. Aunque en algunas de ellas no le hizo falta usar la fuerza, como en la fortaleza de Giurgiu, lugar al que entró disfrazado de turco, y hablando el turco a la perfeccion, allí engaño a los defensores de la fortaleza para que le abrieran la puerta. Una vez logrado su objetivo y tras lograr la victoria en esa fortaleza hizo pagar a los defensores por su error ejecutandolos de diversas formas y quemado la ciudad hasta los cimientos.

Desde Giurgiu, Dracula se dirigió Danubio abajo hacia el mar negro, con su infantería viajando en barcazas y la caballería protegiendo ambas orillas del rio. Quemando pueblos y ciudades, saqueando todo el alimento que encontraba y empalando a todo turco que veía, Dracula empezó a recibir la ayuda de búlgaros, serbíos y griegos en su ruta hacia el mar negro.

Cada ciudad que conquistaba, Vlad enviaba una carta a Corvino informándole detalladamente del número exacto de enemigos que había eliminado: 6.414 en Giurgiu, 1.350 en Eni Sala, 6.840 en Durostor, 1.138 en Nicopolis, etc. Segun decía, en total había terminado con la vida de 23.884 turcos, incluyendo aquellos que habían sido quemados vivos en sus propias casas. Y como prueba, envió a Corvino dos grandes sacos llenos de orejas y narices de turcos, además de varias cabezas, incluyendo la de los enviados turcos, con el turbante aun clavado.

Sin embargo, el ejército turco lanzó una ofensiva contra Vlad en la que por su mayor número de contingentes acabarón invadiendo Valaquia, colocó a Radu II el Bello, hermano de Vlad como monarca de Valaquia y obligaron a Vlad a huir a Hungría.

Vlad huyó a Hungría para pedir protección y apoyo del rey, pero el rey lo encarceló hasta el verano de 1475. Durante sus doce años de encierro pedía a los guardias que le trajeran palos y pájaros para aplacar su sadismo empalando a ratones y pajarillos.

Tras su liberación y victoria en Vaslui llego su tercer reinado, reinado corto debido a su pronto asesinato. Este asesinato también esta lleno de mitos y leyendas populares que se crearon tras su muerte y durante la Edad Moderna en cuanto a lo que allí sucedió, ya que existen por lo menos tres versiones relacionadas a su muerte:

Existe una versión que asegura que murió durante la batalla por infieles boyardos que lo traicionaron, esto no es de extrañar viendo el odio que los boyardos guardaban hacía Vlad, persona que mando ejecutar a muchos de ellos en las peores circunstancias y a los que no ejecutaba les guardaba mucho tiempo de sufrimiento y cansancio construyendo su fortaleza.

Otra versión, señala que murió por sus propios guardaespaldas que lo traicionaron. Esta versión tampoco es de extrañar debido a que Vlad luchó y descargó toda su brutalidad tanto contra cristianos como contra musulmanes. Defendiendo lo que le convenía en cada momento, tanto musulmanes como cristianos lo tenían por maldito, quedándose él en una posición media, obligando a musulmanes de su país a luchar contra los musulmanes turcos y a los católicos a matar ortodoxos.

La tercera versión, y a la vez la más difundida, es la que señala que durante la batalla que se produjo durante la emboscada, antes de ser capturado por los otomanos, logró escapar de sus enemigos y para evitar que lo atraparan se colocó el atuendo de un soldado otomano caído para pasar desapercibido entre las filas enemigas y huyó dirección a sus hombres, estos al verlo lo confundieron con el enemigo y el resultado fue una muerte al instante por sus propios soldados, decapitándolo y dejando su cuerpo en el campo.

El único detalle del que se tiene certeza es que los turcos desollaron la cabeza cercenando su cara y su cabellera del cráneo y fueron llevados como trofeo a Constantinopla, donde el sultán ordenó que se colocara en una estaca para no dejar lugar a dudas con relación a la muerte de Vlad Dracula.

En cuanto a su cuerpo, nunca se ha sabido que sucedió con sus restos, pero se piensa que fueron depositados finalmente en el monasterio de Snagov. Durante una campaña arquelógica entre el año 1932-1933 encontraron en el interior de una cripta de la iglesia del monasterio de Snagov el cuerpo intacto y una tela de seda ocultaba la cabeza. Al retirar la tela de seda se pudo observar como la piel del rostro y el cabello habían sido arrancados y vieron como el cuerpo en cuestión de minutos se desintegraba, con lo cual era imposible aclarar de quién era el cadáver.

Sin embargo, según los observadores del momento y teniendo en cuenta la información sobre su muerte y observando la costumbre turca de arrancar la piel de la cara y el cabello se ha concluido que, muy probablemente, se trataba del cadáver del legendario y temido Vlad III, príncipe de Valaquia.

También, hay gente que dice que la tumba que tenía su nombre estaba vacía y en su interior solo habían restos de animales, esta explicación se sustenta en que los monjes griegos que se hicieron tiempo después con el monasterio, no quisieron que un personaje tan despiadado estuviera enterrado en el lugar más sagrado del monasterio, así que sacaron sus restos y los enterraron en otra tumba junto a la entrada. Esa tumba se derrumbó por efecto de una riada y los restos de Vlad se perdieron en el lago.

Estos mitos sobre su persona se fueron creando tras su muerte y fueron creciendo durante la Edad Moderna, hasta la llegada en 1897 de Bram Stoker, fecha en la publica su célebre novela Drácula, en la que el protagonista, identificable con el príncipe Vlad III, es un vampiro que alcanzará enorme notoriedad. Ahora bien, del histórico Vlad III apenas queda rastro, salvo la pertenencia al linaje valaco al que se alude mediante la onomástica al emplear el patronímico (Dracula) o la alusión a su campaña contra los turcos y su predilección a ejecutar a sus enemigos mediante el empalamiento.

Pese a la imagen negativa y cruel que se fue creando sobre Vlad el Empalador durante la Edad Moderna, en Rumanía fue venerado como paladín de la cristiandad contra la invasión musulmana, pese a que siempre se le representa con la estrella de ocho puntas, nunca con una cruz. En la actualidad Vlad Tepes es considerado un héroe nacional en Rumanía.

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Estatua de Vlad Tepes

Un saludo, Señor República.

Las encamisadas, la osada estrategia de los tercios españoles.

En la temprana modernidad Europea, fueron diversas las innumerables innovaciones que se dieron en el ámbito militar desde el belicoso siglo XVI, hasta bien alcanzado ya el siglo XVIII; tácticas, técnicas, innovaciones, armamentos, formaciones,… todas y cada una de las parcelas del mundo militar se vieron transformadas a lo largo de este periodo, aunque no así todas han sido bien estudiadas y conocidas, así como tampoco nos es conocida su relevancia en el transcurso histórico.

Este silencio documental con respecto a la historia militar nos trae toda una serie de elementos que han sido poco conocidos o estudiados, relevando su papel a un simple complemento de los procesos históricos, que en ocasiones se entienden por constantes e inalterados o inevitables al propio transcurso de las sociedades.

Escuadrón español. Desembarco islas Terceras, también llamadas Azores

Pintura donde aparecen representados los tercios en formación. 

No siendo esto así, cabe destacar la importancia, por ejemplo desde el campo de la historia militar del surgimiento, o renacimiento, de la estrategia y la  táctica militar a lo largo del siglo XVI. Una de estas estrategias, probablemente una de las más desconocidas a pesar de su eficacia practica en combate, son las encamisadas.

Entendemos desde la historia militar, la encamisada como la incursión nocturna que realizaban los Tercios Españoles, en contra de las tropas, víveres, armas, suministros, y campamentos enemigos.

Esta táctica militar, es un ataque por sorpresa que solía darse durante la noche o cerca del amanecer, cuando se entiende que el enemigo se encuentra descansando o dormido.

Su nombre se debe a que los soldados que formaban parte de las encamisadas, solo vestían una camisa blanca, sin llevar consigo las pesadas y ruidosas armaduras, acompañándose de una espada y una daga, aunque también podía llevar consigo mosquetes o arcabuces para ser usados en una posible huida.

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Dibujo de un soldado de los tercios, con el equipo (daga-espada) que solían portar en las encamisadas. 

Hay quien defiende que la camisa se disponía sobre la ropa, para que los encamisados pudieran identificarse los unos con los otros.

Un reducido número de efectivos, era los encargados de realizar sabotajes y robos en los campamentos y posiciones enemigas, degollar al mayor número posible de enemigos, y sólo al retirarse, incendiar los edificios, las tiendas y los elementos de asedio y artillería que estuvieran en poder del enemigo.

«… aprovechando la ocuridad de la noche, los soldados de los tercios, se adentraban con sigilo en el campamento enemigo; degollando, robando y quemando,  a hombres y enseres que encontrasen a su paso.»

Una de las encaminadas más destacadas fue realizada por Cristóbal de Mondragón y sus hombres, para levantar el sitio de la plaza de Targoes en 1577, donde fueron 3.000 los hombres que atacaron al enemigo haciendo uso de la oscuridad de la noche.

A pesar de lo desconocido de  esta acción para el público en general, y para gran parte de los aficionados y estudiosos de la historia, el cine y la televisión nos han permitido conocer cómo se realizaban este tipo de tácticas, en la primera escena de la película Alatriste (2006), adaptación de uno de los libros de Arturo Pérez-Reverte, se ve como el protagonista, acompañado de un grupo de soldados, ambientado en Flandes en 1622, asalta en la oscuridad un campamento enemigo para inutilizar su artillería.

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Escena de la pelicula Alatriste (2006), protagonizada por Viggo Mortensen. 

También, salvando las distancias, en el mundo fantástico creado por G.R.R.M. en su saga Canción de Hielo y Fuego más conocida por la serie de HBO, Juego de tronos, podemos ver como en el capítulo 5×7-El Regalo el campamento de Stannis Baratheon es atacado por unos soldados de la casa Bolton encabezados por Ramsay Bolton, dejándoles sin los elementos suficientes para atacar la ciudad de invernalia, una estrategia, para la que con toda seguridad su  autor se inspiró en algunas de las más osadas técnicas usadas por la legendaria infantería española.

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Ramsay Bolton, interpretado por Iwan Rheon, en una escena de la famosa serie de HBO.

Don Tiranía.

Los casacas rojas británicos, la gran infantería inglesa en el s.XIX.

Las tropas británicas que lucharon contra los ejércitos napoleónicos en la península Ibérica en 1808-1814, y en Waterloo en 1815, procedían en su mayoría de los estratos sociales más bajos. Pese a la célebre frase del duque de Wellington (“Tenemos a la escoria de la Tierra como tropa común”) la infantería británica demostró estar formada por combatientes duros y decididos, ya se tratara de asaltar la brecha de una fortaleza o de pasar la prueba de la potencia de fuego y el frío acero franceses en campo abierto.

La gran mayoría de los hombres que militaron en las filas del ejército británico durante las guerras napoleónicas fueron voluntarios, alistados de por vida (por 25 años, en la práctica) o bien por periodos más breves, permitidos en tiempos de guerra. Wellington describía los motivos de sus soldados para alistarse en los términos más despectivos: “Algunos de nuestros hombres se alistan por haber engendrado bastardos, otros por faltas menores, y muchos más por borrachos”. Algunos escogían el ejército para escapar de la cárcel o de dificultades personales. Los que tenían juicios pendientes por delitos menores como la caza furtiva podían evitarlos alistándose, y también los deudores refugiarse de sus acreedores. La pobreza llevó a muchos a las armas, en especial irlandeses hambrientos tentados por las perspectivas de comidas regulares.

                                                  -Arthur Wellesley, Duque de Wellington. 

Durante las guerras napoleónicas, el ejército creció tan deprisa (obligando a crear batallones nuevos) que se produjo una gran escasez de reclutas y hubo que ofrecer considerables incentivos para atraerlos, llegando en 1805 a las 12 guineas (una guinea equivalía a 21 chelines). Cuando ni así se completaron los grupos, se recurrió a reclutar a un gran número de soldados de la milicia, en un proceso que se aproximaba mucho a la leva forzosa sin renunciar al principio de voluntariedad. La milicia era una fuerza civil de defensa nacional compuesta por hombres elegidos por sorteo y para los cuales la transferencia al ejército era muy deseable, pues en la primera se sufrían todos los inconvenientes de la vida militar sin nada de la aventura que prometían en el segundo. Por dichos medios, Gran Bretaña logró reunir para 1813 un ejército de unos 300.000 hombres, frente a los 50.000 de los tiempos de paz. El prolongado periodo de guerra generó también una gran demanda de oficiales, que salieron en su mayoría de la pequeña aristocracia y la burguesía: los hijos de clérigos suponían el 10% del total de oficiales. Aunque fuesen personas de alguna relevancia social, los oficiales no eran necesariamente gente adinerada, pero quien carecía de fortuna y de contactos tenía pocas probabilidades de hacer una carrera brillante. El ascenso se solía conseguir por combinación de compra, patrocinio o antigüedad. La carrera típica de un oficial podía empezar por la compra paterna de un puesto de alférez, el de menor rango entre la oficialidad, por unas 500 libras. A medida que se iban creando vacantes en el regimiento, podía ir comprando nuevos ascensos. La antigüedad por sí sola prevalecía de forma ocasional, ofreciendo una vía lenta de ascenso para los oficiales sin medios de fortuna. Éstos podían progresar más rápidamente por medio de actos extraordinarios de valor, o de amigos influyentes y bien situados en el lugar preciso. No era frecuente que salieran oficiales de la tropa, pero se daba el caso: uno de cada veinte oficiales había sido antes suboficial.

Se contaba con que los oficiales mostraran su valor en el combate, y con que la experiencia adquirida en la lucha contra los franceses, un número creciente de ellos adquirió competencia para ejercer el mando. Como en la mayoría de los ejércitos, algunos oficiales eran respetados y admirados por los hombres por sus órdenes, y otros, despreciados por ignorantes e ineptos. En cualquier caso, los oficiales dependían de manera crucial de la habilidad de sus sargentos y brigadas, a menudo los miembros más experimentados y profesionales de cada compañía. El brigada solía comenzar como soldado raso y ascendía por méritos, y su capacidad militar debía completarse con la de saber leer y escribir y con dotes administrativas, dada la carga de papeleo incluida entre sus deberes.

En el ejército británico de las guerras napoleónicas, la instrucción rigurosa y los castigos draconianos se seguían considerando la clave de una infantería eficaz, como lo habían sido a lo largo del s.XVIII. El empleo del impreciso mosquete de chispa, el Brown Bess, como arma principal de la infantería hacía imprescindible el fuego coordinado disciplinado, y no había lugar para la iniciativa individual del soldado raso. Los conceptos imperantes en una sociedad decididamente desigual dictaban el trato dispensado a los hombres. Se daba por supuesto que, a falta de castigos corporales, la tropa procedente del pueblo no tardaría en degenerar y convertirse en una turba desorganizada y cobarde. Los azotes eran la respuesta habitual a la desobediencia a la autoridad o faltas como embriaguez, a la que los soldados eran desde luego muy dados. El sistema pretendía crear soldados que obedecieran las órdenes sin rechistar, maniobraban de modo coherente en combate y usaran mosquetes causando el mínimo daño a sus camaradas y a ellos mismos, y el máximo al enemigo.

Sin embargo, a la altura de 1800 la vieja escuela contaba ya con críticos importantes, y se introdujeron reforma. En la infantería ligera (light bobs) y los regimientos de fusileros, la iniciativa individual no se reprimía  del todo, y hubo tímidos esfuerzos por motivar a los hombres con el respeto mutuo en lugar del temor al castigo. De todos modos, para la mayoría de los soldados existían razones más que complejas para querer hacer un buen papel, entre ellas la presión de sus iguales y la lealtad a los amigos y camaradas presente en todos los grupos de combatientes, la defensa de sus colores o la lealtad a su rey y patria eran los motivos simbólicos que incentivaban la lealtad entre los soldados.

El ejército dirigido por Wellington que intervino en la guerra de la Independencia española era una entidad compleja y, en algunos aspectos, poco manejable. Se trataba de una fuerza multinacional que incluía no sólo escoceses e irlandeses, sino también numerosas tropas del fuera del Reino Unido, por ejemplo, la Legión Alemana del Rey. Los regimientos de infantería combatían junto a la caballería y la artillería, pero no estaban integrados en ellas. Dentro de la infantería había tropas de distinto tipo, cada una con uniforme y modos de combatir propios.

Las marchas y contramarchas por Portugal y España en las complejas campañas que se sucedían año tras año eran una verdadera prueba de resistencia, sobre todo con el calor estival. El soldado raso cargaba con unos 25 Kg, y se esperaba de él que marchara unos 25 Km al día. En ocasiones se marchaba durante 30 días consecutivos desde el amanecer hasta la puesta de sol. Hasta 1813 no se emplearon tiendas de campaña, y los soldados construían sus refugios con lo que podían, o dormían al raso. A lo largo de la guerra en España, los británicos registraron una tasa de mortalidad terrible a causa de las fiebres y el agotamiento.

El temple de los casacas rojas quedaron claramente de relieve en la guerra de asedio que fue tan importante en las campañas en España. Las plazas de Ciudad Rodrigo, Badajoz y San Sebastián fueron tomadas por asalto tras largos preparativos. En opinión de un teniente, ningún deber del soldado era “tan mortificante y desagradable como un asedio”. Tras el asedio los soldados buscaban la manera de poder asaltar la plaza, la brecha era el modo de invadir la fortificación, las reglas de la guerra dictaban que si una población fortificada se negaba a rendirse una vez abierta la brecha, los atacantes tenían derecho a saquearla: las tropas de Wellington lo ejercieron sin piedad en Ciudad Rodrigo, Badajoz y San Sebastián, donde los civiles fueron víctimas de asesinatos, violaciones y robos como revancha por las penalidades de la campaña.

Al enfrentarse a los franceses en campo abierto, la infantería británica distaba de comportarse como la horda de borrachos que saqueo Badajoz. Su rasgo más destacado era la firmeza, cualidad especialmente admirada por quienes conocían por experiencia el horror de las batallas de la época. Sin protección, mantenía la formación frente al fuego de cañones y mosquetes, y a bayonetas, lanzas y sables. Las najas eran inevitablemente elevadas. Al resistir el ataque francés en La Albuera en 1811, muerieron o cayeron heridos unos dos tercios de los soldados de infantería. Uno de ellos escribió con orgullo que “los hombres caían como bolos, pero no dieron ni un paso atrás”. Durante las campañas en la península Ibérica, Wellington comenzó por explotar la capacidad de sus tropas para mantenerse en posiciones defensivas, en particular al ocupar las líneas de Torres Vedras, cerca de Lisboa, en 1810-1811. Más adelante, su ejército, junto con sus aliados portugueses y españoles, mostró un carácter ofensivo, sobre todo en la batalla de Arapiles (Salamanca), en 1812. En este célebre encuentro, la infantería británica avanzó en columnas y se desplegó en línea para atacar a unas fuerzas francesas escasas de hombres a causa de la campaña rusa. La caballería británica se distinguió por una vez por su valor y agresividad. La derrota del ejército francés resultó abrumadora, con 7.000 bajas e igual número de prisioneros.

Pese a la sangría de hombres y recursos que supusieron aquellas campañas para Francia, la península Ibérica no pasó de ser un escenario secundario. El choque con Napoleón en Waterloo en 1815 puso a prueba al límite la capacidad de los casacas rojas y resultó ser su momento de gloria.

-Batalla de Waterloo, 18 de junio de 1815 (Bélgica).

Saludos de Mr. Democracia.

La Primera Guerra Chechena 1994-1996.

Antecedentes y orígenes del conflicto:

La ubicación geográfica nos sitúa en la zona conocida como el Cáucaso Norte, allí se encuentra una región montañosa donde tenemos la región de Chechenia, el lugar donde se encuentra la región chechena es importante por su cercanía a importantes rutas comerciales que también sirven de redes de comunicación entre Rusia y la zona de Oriente Medio, el control de esta zona ha sido el objetivo de varias potencias durante milenios. La intervención de Rusia en esta zona se da en tiempos de Iván el Terrible cuando el zar conquista los kanatos de Kazán y Astracán en 1556, así se inicia una larga lucha por el control de la zona comercial del Cáucaso con otras potencias como son las de Persia, el Imperio Otomano o el kanato de Crimea.

Hasta el siglo XVIII la todopoderosa Rusia obtuvo el control de la zona, a pesar de esto la zona siempre fue un nido de conflictos con el territorio ruso, teniendo a los chechenos en el ojo del huracán haciendo frente a los rusos.

En 1774 el Imperio Ruso se hace con el control de Osetia y del llamado “paso de Darial” quitándoselo a los otomanos. En 1783 se firma el Tratado de Gueórguievsk con Georgia convirtiéndola en un enclave cristiano rodeado de hostilidades musulmanas con la protección de Rusia. Como protectorado ruso la zona se militarizo fuertemente y se realizaron vías de paso muy protegidas, los chechenos vieron en todas estas construcciones un ataque a sus territorios tradicionales y una seria amenaza a sus tierras.

Durante este tiempo el jeque Mansur, un imán checheno, instigó a los distintos pueblos del Cáucaso a unirse bajo la bandera del Islam para defenderse de invasiones extranjeras. En 1785 los rusos que lo veían como una amenaza lo intentaron capturar pero fracasaron, así se inició un conflicto continuo contra los rusos que duró varios años con una estrategia chechena basada en las guerrillas, hasta que se capturo a Mansur en 1791 con su muerte años después. En 1801 Georgia se anexionó definitivamente a Rusia y así se dieron muchos ataques chechenos a las operaciones rusas en la zona, la intervención total de Rusia en la región chechena se paralizó con la invasión de Napoleón (1812).

Tras la victoria frente a Napoleón de los rusos el zar Alejandro I puso de nuevo su atención en el Norte del Cáucaso, destinó a uno de sus generales Alekséi Yermólov la pacificación de la zona, este general ruso en 1817 inició la conquista del Cáucaso, las distintas tácticas del famoso general fueron efectivas pero generan un gran odio en la población chechena frente a los rusos que llega hasta hoy en día. En 1828 surge un movimiento de resistencia dirigido por el imán Shamil. En 1834 se unió a las naciones del Cáucaso Norte bajo el Islam y declaró la guerra santa a Rusia, 1845 los hombres de Shamil realizaron varios matanzas a rusos obligándoles a retirarse.

En la Guerra de Crimea 1853-1856 los chechenos apoyaron al Imperio Otomano contra Rusia, aunque los conflictos internos debilitaron el poder de Shamil y en 1859 fue capturado. En 1862 la guerra y los conflictos cesaron con la promesa rusa de una autonomía para Chechenia. Pero en 1860 la región de Chechenia se unía administrativamente a Rusia bajo el óblast del Térek.

Después de la Revolución Rusa se estableció en el Cáucaso la República de las Montañas del Cáucaso Septentrional que existirá hasta 1921 cuando aceptaron el régimen soviético creándose la República Autónoma Socialista Soviética de la Montaña que perduró hasta 1924 creándose posteriormente seis repúblicas, Chechenia estaría incluida dentro de la República Socialista Soviética Autónoma de Chechenia-Ingushetia  hasta 1934. Las tensiones entre chechenos y rusos se dieron en los años 20 aunque en 1930 se pacificaron las relaciones con las ejecuciones de los líderes locales.

En el año 1941 la Alemania Nazi invadía Rusia durante la Segunda Guerra Mundial, no se sabe con seguridad si los chechenos proporcionaron apoyo a los alemanes. En 1943 los alemanes se retiraban de las tierras rusas, muchos chechenos fueron deportados de la zona del Cáucaso. Las deportaciones llegaron a tal extremo que en 1944 se realizó la Operación Chechevista en la que se llevó a cabo la deportación masiva de casi medio millón de chechenos y ingusetios a la zona de Asia central destinados a campos de trabajos forzados. Con la muerte de Stalin y la llegada al poder de Nikita Jruschov, en 1957 los chechenos pudieron volver a los hogares de donde se les había sacado, restableciéndose así la República Autónoma Socialista Soviética de Chechenia-Ingushia.

Los intentos independentistas chechenos:

En 1991 la conocida como la Unión Soviética se disuelve y Rusia vuelve a ser un estado independiente. Rusia a partir de este hecho comienza a perder poder interno y externo, eso se refleja en la desintegración de varios territorios por distintos motivos como son los políticos, los religiosos o los ideológicos.

El régimen soviético garantizó más de cien nacionalidades distintas que convivían en distritos o repúblicas autónomas dentro de un estado federal, pero muchas comunidades no tuvieron estos privilegios. Estas comunidades con escasos privilegios por el régimen soviético contaban con una minoría rusa pero que era protegida por las organizaciones gubernamentales. En la década de 1990 las tensiones entre estas comunidades sin privilegios y el gobierno central fueron el inicio de conflictos que llevaron a cabo procesos de autonomía o incluso independencia.

Se firmó el Tratado de la Federación Rusa en 1992 que consistía en tres documentos que regulaban los poderes reservados al Gobierno central ruso, la relación entre éste y las repúblicas autónomas, y los poderes que se cedían a cada uno de los organismos.

Dicho tratado fue rechazado por Chechenia y por Tartaristán, dos regiones que poseían grandes reservas de petróleo algo que las hacían importantes para Rusia y muy deseadas para los países vecinos, también son dos regiones que cuentan en su mayoría con una población musulmana. En 1994 se firmó un tratado con esta zona facilitando su autonomía  y garantizándola, pero Borís Yeltsin que dirigía las negociaciones evitó las negociaciones con los chechenos deteriorando las relaciones hasta la llegada de un conflicto general en 1994. En 1996 Chechenia seguía siendo un foco de conflicto en los intereses de la gran Rusia.

El odio checheno a los rusos se produce desde tiempo atrás pero con la disolución de la Unión Siviética ese sentimiento se acrecentó. En septiembre de 1991, el Gobierno de la República Autónoma de Chechenia e Ingusetia renuncio al poder ya que fueron presionados por el partido independentista Congreso del Pueblo Checheno dirigido por la figura de Dzhojar Dudáyev. Durante este período los miembros de este partido independentista se hicieron con casi todo el territorio haciéndose también con todos los organismos gubernamentales asesinando a aquellos que dirigían el gobierno. Al mes de estos sucesos Dudáyev obtuvo el apoyo popular para hacerse con el liderazgo del país como presidente, se proclamó la independencia de Chechenia  y como consecuencia de esto Rusia envió tropas para frenar el proceso independentista, pero fueron rechazados. La República Autónoma de Chechenia e Ingusetia se disolvió en el año 1992, Ingusetia se integró a la Federación Rusa.

En Agosto de 1994 aquellos que se oponían al régimen de Dudáyev realizaron diversos ataques armados para derrocar al gobierno independentista, Moscú dio apoyo a estos rebeldes armándolos  y los aviones rusos empezaron a bombardear la ciudad de Grozni, en diciembre de ese mismo año las bombas caían en la capital chechena. Tras el bombardeo el presidente Dudáyev pacto un alto al fuego con el ministro de defensa ruso, pero los rusos rompieron el tratado poco después interviniendo militarmente en Chechenia.

 

Participantes en el conflicto y fuerzas de combate empleadas:

Entre diciembre de 1994 y agosto de 1996 se produce la Primera Guerra Chechena, que se inicia cuando el ejército ruso decide intervenir en el país checheno para recuperar su control. La zona donde se produce la guerra es en Chechenia, partes de Ingusetia, el krai de Stávropol y Daguestán. Los participantes en el conflicto son en un bando Rusia y la CPC chechena, en el otro bando la República de Chechena e Ichkeria.

Entre los comandantes más destacados encontramos en el bando ruso a Borís Yeltsin y en el bando checheno al líder Dzhojar Dudáyev.

La idea de Yeltsin eran las de unas intervenciones rápidas basadas en el enorme poder de su ejército que terminaría con una capitulación de los chechenos en favor de Rusia, no fue así. Los motivos por los cuales el conflicto se “estanco” más de lo esperado fue que los militares rusos utilizaron estrategias americanas a las que no estaban acostumbrados, otro de los motivos fue la geografía tan montañosa en la que se encuentra le país checheno y la formación de soldados locales en vez de emplear soldados profesionales que hubieran sido mucho más efectivos. Las unidades chechenas conocían la zona por lo tanto tenían una enorme ventaja militar, estos grupos guerrilleros infligieron derrotas humillantes al gran ejército ruso desmoralizándolo, como respuesta Rusia inició masivos ataques aéreos con el empleo de su poderosa artillería que realizó innumerables bajas en los chechenos.

En el ataque ruso de la ciudad de Grozni (1995) perdieron la vida más de 25.000 civiles, aunque también se dieron bajas rusas en el ataque. Los rusos se valieron del ataque aéreo y del empleo de la artillería masiva para poder conseguir sus victorias frente al ejército local, los rusos protagonizaron masacres, crímenes de guerra y torturas a aldeas enteras para cumplir con sus objetivos. Se dieron matanzas de pueblos enteros como es el caso de Samashki. Los chechenos se hicieron con las tácticas guerrilleras para hacer frente a los rusos, utilizando bombas-trampa, emboscadas o ataques sorpresas, también capturaban rehenes que llamaban la atención de la prensa internacional para mostrar al mundo lo que sucedía allí. Se produjo un rechazo del conflicto de los países vecinos, dando cobijo a los que no quería participar o huían del conflicto.

En 1996 las tensiones eran insostenibles, la destrucción de un pueblo fronterizo llamado Pervomáyskoye en la República de Daguestán como reacción a la toma de rehenes ruso fue un punto de inflexión sobre las graves consecuencias que estaba teniendo la guerra.

Los chechenos proclaman una nueva “guerra santa” contra los rusos y eso atrajo a población extranjera para defender los intereses chechenos, los rusos por su parte no se retirarían del conflicto por miedo a que los demás territorios tomen el ejemplo de Chechenia.

Los países vecinos de Ingusetia y Osetia del Norte veían como llegaban refugiados chechenos a sus países, algunos eran perseguidos por los rusos y asesinados en tierras no chechenas. Los presidentes vecinos protestaban en contra de estas persecuciones y pedían que se repararan todos los daños efectuados a sus países.

Final de la guerra y consecuencias posteriores del conflicto:

El ejército ruso que estaba mal formado militarmente no pudo controlar todos los levantamientos que se dieron en Chechenia, situando la batalla de Grozni como un momento esencial del conflicto, aunque los levantamientos se dieron también en los campos de alrededor. Para Rusia el conflicto le afecto demasiado, perdiendo apoyo de los demás países, dando una imagen negativa al mundo y dejando una sensación de descontrol en su país, teniendo de fondo las elecciones generales que se daban en el año 1996. El líder checheno Dudáyev falleció en abril de 1996 pero aún así el conflicto persistía.

El asesor de seguridad nacional de Yeltsin, Aleksandr Lébed firmó el cese del fuego con los rebeldes chechenos que ante la muerte de su líder y las inumerables bajas se encontraban totalmente desmoralizados, se tuvieron que someter al régimen ruso tras dos años de guerra. Se firmó en 1997 un Tratado de paz, que dejo una sensación de “revanchismo” en la sociedad chechena.

Las bajas en los chechenos fueron de más de 73.000 y en los rusos cerca de 5.500. El conflicto no tuvo su fin en el año 1997 las tensiones irían en aumento, esa sensación de revancha alimentaba a la población chechena y en el año 1999 se puso fin al tratado de paz. Se dará posteriormente la Segunda Guerra Chechena.

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Saludos de Mr. Democracia.

Los grandes enemigos de Roma.

Las fuerzas contra las que lucharon los romanos fueron muy diversas, desde ejércitos de estados  e imperios rivales, como los de Cartago en el oeste o los de la Persia sasánida al este, hasta grupos de guerreros tribales y caballería nómada. No hubo nunca una gran ventaja tecnológica por parte de ninguno de los pueblos contendientes, pero sí una enorme variedad en los aspectos tácticos, de organización y disciplina, y en el concepto que tenían de la guerra. Las diferencias entre los guerreros de las tribus celtas o germanas, que seguían a su caudillo en la batalla, y las heterogéneas tropas de Cartago se tradujo en resultados muy distintos en el campo de batalla, y el ejército cartaginés estuvo a punto de lograr la conquista de Roma.

-LOS CARTAGINESES.

El ejército con el que el gran general cartaginés Aníbal invadió Italia en el 218 a.C. era una fuerza mercenaria de procedencia muy diversa, reclutada principalmente entre los aliados y tributarios norteafricanos de Cartago y en Hispania. No se hizo nada por refundir aquellas tropas en una fuerza uniforme, sino que cada pueblo luchaba con los suyos y a su manera. Los libios tenían una infantería formidable y los seminómadas númidas una excelente caballería ligera, que montaba sin silla, armada con lanzas y jabalinas. Las tribus montañesas hispanas luchaban a caballo o a pie, armadas por lo general con una espada corta.  Los baleares eran especialistas en el uso de la honda, con la que lanzaban una lluvia de piedras o bolas de plomo.

Los elefantes de guerra de Aníbal, de una raza africana menor y suministrada sobre todo por los númidas, servían para dispersar a la caballería enemiga y como torre para lanzar flechas y jabalinas.  Lo que mantenía unidad a una fuerza tan diversa eran los combates compartidos y, ante todo, la fidelidad al líder. Los mercenarios lucharían hasta el fin mientras hubiera dinero o botín para recompensarles. El ejército de Aníbal infligió una sangrienta derrota a los romanos en Cannas, en el 216 a.C., y su campaña en Italia duró quince años. Al trasladarse la lucha al norte de África, el ejército cartaginés tuvo que nutrirse de reclutas autóctonos. Roma derrotó definitivamente a aquel diluido ejército en Zama en el 202 a.C.

-LOS GERMANOS.

Las tribus y federaciones germánicas –teutones, alamanes, godos, francos, vándalos y muchas otras- figuraron entre los enemigos más decididos y persistentes del Imperio Romano desde el s.II a.C. al V d.C. Al igual que los celtas, los germanos estaban acostumbrados a la guerra tribal más o menos permanente, practicada por lo general en bandas capitaneadas por un líder experimentado y de reconocidas cualidades. Sus tácticas de batalla diferían de las de los celtas por el uso de formaciones más compactas y una mayor coordinación. Según escribió Julio César en el s.I a.C., luchaban en una densa falange de infantes armados con lanzas con punta de hierro.  Los germanos procuraban evitar las batallas campales, prefirieron la emboscada y el ataque por sorpresa seguido de una retirada rápida. Fue de este modo como debilitaron y al fin destruyeron a las legiones de Varo en el bosque de Teutoburgo, en el  9 d.C. Sus jinetes, montados sobre caballos pequeños y fuertes, avanzaban armados con escudo y jabalinas, acompañados por ligeros y veloces hombres de a pie armados de modo similar. Entre los ostrogodos y los vándalos surgió una aristocracia montada con armadura que prefiguró al caballero medieval.

Muchos guerreros de las tribus germánicas encontraron empleo como auxiliares romanos, y hacia el s. IV algunos llegaron a ocupar puestos eminentes en el Imperio Romano de Occidente.  Los godos que saquearon la ciudad de Roma en el año 410 procedían del ejército romano, y fueron jefes godos y de otros pueblos germanos quienes reinaron posteriormente en los estados surgidos tras la desintegración del Imperio de Occidente.

-LOS CELTAS.

Los celtas de Europa occidental, galos, britanos o de la península Ibérica, practicaban la guerra de un modo que contrastaba vivamente con el de los romanos. Grupos de hombres jóvenes liderados por un jefe de experiencia y valor probados realizaban incursiones en los pueblos vecinos, y las batallas tribales tenían un claro carácter ritual: antes de empezar el combate, algunos guerreros se destacaban para retar a sus enemigos al combate individual. Al atacar, cargaban entre un griterío ensordecedor. A pesar de que algunos historiadores romanos afirmaron que luchaban desnudos, solían llevar túnica y pantalones. Los guerreros de élite utilizaban casco e incluso cota de malla o armadura de cuero, aunque su defensa principal era el escudo. Luchando por lo general a pie, blandían largas espadas de tajo y lanzas cortas. Algunos pueblos celtas usaban carros para desbaratar la formación enemiga.

Los romanos se encontraron por vez primera con los celtas cuando éstos invadieron Italia en el s. IV a.C., y lucharon posteriormente contra ellos en numerosas ocasiones, entre las que destacan la campaña contra los galos dirigidos por Vercingetórix en el 52 a.C. y la supresión de la revuelta de los incenos de la reina britana Boudicca en el 60-61 d.C. A los romanos les impresionaban la fuerza física de los celtas, así como su arrojo en el combate.

 

Saludos de MR. Democracia.

 

 

Los Honderos de las Baleares

Entre las tropas especializadas que, dependiendo de las circuntancias históticas, en unas ocasiones lucharon junto a los romanos y en otras contra ellos, merecen mención especial los honderos de las islas Baleares. Estos guerreros eran famosos en todo el mundo antiguo por su destreza en el uso de la honda, unas armas muy sencillas pero terribles, capaces de una gran precisión y de hundir cascos y corazas de metal. El alcance de la honda podía llegar hasta los 100 metros de distancia. Todo aquel que osase amenazar las tierras baleares era recibido con una lluvia de piedras que a menudo se traducía en el abandono de la ocupación.

Honderos Baleares

En parte, los honderos baleáricos debían su fama al hecho de que los cartagineses los emplearon sistemáticamente en todas sus campañas, en especial durante las que lanzaron contrea los griegos en Sicilia en los Siglos V y VI a.C. en la batalla de Eknomos, donde 1000 honderos lucharon para Amílcar para derrotar a sus enemigos.

Campañas en las que combatieron los Honderos de las Baleares

Aníbal, al llegar a la Península Itálica, llegó a usar hasta 2000 honderos en las primeras filas de sus formaciones para hostigar los scutum romanos y romper sus formaciones hasta que el enemigo estaba tan cerca que, debido a su armadura ligera, podían desplazarse en retirada con comodidad y dejar paso a una infantería más preparada para combatir el cuerpo a cuerpo contra sus enemigos los romanos.

En la batalla de Zama (202 a.C), que dio por finalizada la Segunda Guerra Púnica, los honderos que el General Aníbal incorporó a sus ejércitos como infantería ligera, entre otros numerosos grupos de mercenarios hispanos que cobraban normalmente en especies, todavía desempeñaron un papel importante.

La destreza de estos guerreros con la honda se debía a que, ya desde niños, sus padres les adistraban a fondo en el manejo del arma. Uno de los primeros juguetes de los niños baleares era precisamente una honda. Se dice que cuando empezaban a familiarizarse con el objeto, las madres colocaban un pedazo de pan sobre una estaca y, hasta que los jovenes aprendices no lo tiraban al suelo con la honda, no podián comérselo. Licofrón de Calcis decía: «[…]Y las madres señalaron a sus hijos más pequeños, en ayuno, el arte de tirar; ya que ninguno de ellos probará el pan con la boca si antes, con piedra precisa, no acierta un pedazo puesto sobre un palo como blanco[…]»

Honderos Baleares

Reclutamiento de honderos de Baleares

Un detalle poco conocido es que cada hombre utilizaba tres hondas de distinta longitud y tamaño, para lanzar proyectiles a corta, media y larga distancia. Los guerreros se ataban las hondas alrededor de la frente, como si fueran diademas para tenerlas siempre encima. Las hondas se elaboraban con fibra vegetal trenzada, sobre todo de lino o esparto o bien se fabricaban con crin de caballo o nervios y tripas entrelazadas de algún animal.

Los proyectiles (llamados glandes) de pequeño o de mediano tamaño estaban hechos de plomo o de cerámica. En cuanto a los pesados, podemos asumir que los baleáricos utilizaban cualquier piedra adecuada que recogían en el mismo campo de batalla. Las balas de plomo, de forma elíptica, se hacían en moldes, en grupos de seis u ocho unidades. En casi todos los campos de batalla de la Antigüedad descubiertos en España, así como en muchas ciudades asediadas y otros yacimientos arqueológicos, se han hallado numerosos proyectiles de este tipo, lo que prueba el uso generalizado de esta clase de armas en toda la Península Ibérica y no sólo en las islas Baleares.

El sentido común sugiere que los honderos también llevaban una espada y una coetra para protegerse en el combate cuerpo a cuerpo. En las Baleares se ha encontrado algún modelo atípico de espada que puede definirse como una falcata degenerada, y que podrían haber empleado los honderos.

Asimismo, puesto que la honda era un arma barata y fácil de hacer y de cargar, es posible que los guerreros armados con lanzas y espadas también la llevaran consigo como arma secundaria. La honda tiene una larga tradición en España y, en la actualidad, todavía la utilizan los pastores de Castilla y Extremadura.

Se ha podido confirmar la eficacia de la hondava partir del 123 a.C., durante la conquista de la Baleares por Quinto Cecilio Metelo. Cuando la flota romana bordeaba las islas en busca de puntos de desembarco adecuados, Metelo se vio obligado a ordenar a sus hombres que extendieran pantallas hechas de pieles de animales en los costados de sus embarcaciones para protegerles de los proyectiles lanzados desde la costa.

Los honderos baleáricos vestían sencillas túnicas y poseían un equipo de guerra mínimo, pero su puntería con la honda era letal. Normalmente llevaban tres hondas, para alcanzar objetos situados a diferentes distancias.

Las Islas Baleares aún conservan su gran legado del pasado, puesto que las islas Baleares fueron en primer lugar, denominadas Gimnesias, después, cuando fueran ocupadas por los griegos, ya que sus habitantes atacan a sus adversarios con piedras que voltean con la honda, éstos denominaron Balears a las islas que éstos habitaban, nombre derivado que significa: lanzar.

Decia el historiador Diodoro de Sicilia de los Honderos Baleares que: «utilizando esta arma son capaces de arrojar proyectiles mayores que los lanzados por otros honderos y con una fuerza tan grande que parece que el proyectil ha sido lanzado por una catapulta. Por ello en los ataques a las ciudades son capaces de desarmar y derribar a los defensores que se encuentran en las murallas y, si se trata de combates en campo abierto, consiguen romper un número enorme de escudos, yelmos y toda clase de corazas«.

Saludos,  Señor República.