Las raíces africanas de América

La llegada de los colonizadores europeos al continente americano transformó para siempre la historia de esta tierra y sus pobladores. Los europeos -hispanos, franceses y británicos principalmente- forzaron el tránsito de las poblaciones del lugar hacia un nuevo modelo social y económico. Las vías de transformación de la vida americana fueron muy diversas -incluyendo la violencia y muerte indígena-, el resultado de este proceso fue un nuevo continente americano, muy diferente al que Colón encontró en 1492.

Algunas transformaciones ocurrieron sin que los europeos las planificasen, fueron el resultado espontáneo de sus acciones en las colonias, y conformaron el diverso y cosmopolita «Nuevo Mundo». Uno de estos «accidentes» que dan forma a la historia americana es la introducción de las culturas africanas.

La esclavitud fue uno de los principales fundamentos del sistema económico colonial. Desde las costas Africanas los esclavos eran hacinados en grandes barcos y transportados en numerosos grupos hasta las costas americanas, donde eran comprados por sus nuevos dueños

Yorubaland - Wikipedia

Origen principal de los afroamericanos

Cada comerciante solía acudir siempre a los mismos puntos en África para conseguir más esclavos, lo cual produjo que se concentraran en regiones americanas muy concretas clanes o familias muy extensas. Junto con los nuevos americanos llegaron nuevas culturas muy diferentes a las que ya coexistían allí. La práctica de una religión se convirtió para los afroamericanos en el único vínculo social a su alcance al verse privados de su libertad, por ello, la religión se configuró como un elemento de cohesión inviolable para toda la población negra que, incluso ha superado en ocasiones la cristianización y se puede encontrar en algunas regiones americanas.

 

Una de las prácticas religiosas más reconocida gracias al cine (y la tercera temporada de la popular serie American Horror Story), que tiene su origen en África, es el vudú. Los ewe-fon, originarios de Dahomey (actual Benín) y Togo, conservaron sus prácticas y rituales religiosos tras ser esclavizados y comerciados a través del océano, tras ser explotados físicamente y sometidos a un modelo social injusto. Hoy en día podemos reconocer las zonas donde mayoritariamente fue esclavizado este colectivo gracias a la superveniencia de las antiguas practicas religiosas africanas, que hoy en día son parte de la cultura americana. Haití y Florida son las regiones donde encontramos a este colectivo, en el último caso especialmente en Nueva Orleans donde la cultura popular rebosa de influencias africanas y se diferencia radicalmente del resto de los Estados Unidos.

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Tienda de Vudú en Nueva Orleans

 

 

En América del sur y el Caribe podemos encontrar a la población Yoruba, originaria principalmente de  Nigeria y Benín, que se diferencian por sus rituales conocidos como orichas.

 

Reciben diferentes nombres en américa, pero se trata de la misma práctica religiosa:

En Cuba recibe el nombre de Santería ,el rito más popular en la actualidad.

Coronation crown of a Yoruba king

Coronación de un rey Yoruba en África

En Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay recibe el nombre de Candomble, pero también el de Batuke Yemaya. 

En San Vicente se lo conoce como Kele, en Trinidad y Tobago Chango.

En Surinam la religión oricha se unió a los dioses indígenas precolombinos dando lugar a una nueva religión denominada Winti. 

De forma parecida ocurrió en Jamaica con los rastafaris, quienes cristianizaron las practicas africanas con el Antiguo Testamento dando lugar a una religiosidad singular que recibe el nombre de Obeah o simplemente Obi.

Las raíces africanas de América son profundas y forman parte de la historia cosmopolita del Nuevo Mundo. En cada región la influencia africana produce frutos diferentes uniéndose con la cultura popular, aportando una visión diferente y más rica de la vida.

 

 

 

El fuerte Navidad.

Como ya bien sabemos Cristóbal Colón emprendió el viaje con dos carabelas y una nao, que se llamarían Pinta, Niña y Santa María, para realizar el viaje que los llevaría hasta las tierras del continente asiático, para facilitar otra ruta de navegación que no fuera rodear el continente africano.

Primer viaje de Colón.

Tras llegar al territorio que hoy conocemos como las Bahamas, Colón alcanzó la isla de San Salvador el 12 de octubre del año 1492, el almirante iba realizando conversaciones con los nativos con el único objetivo de encontrar metales de gran valor comercial, como era el oro.

Fue el 5 de diciembre cuando Colón arribó a la isla que posteriormente nombraría como La Española, aunque los nativos la llamaban de muy diversas maneras, dependiendo de en qué zona de la isla te encontraras. Actualmente está isla se encuentra dividida entre los países de Haití y República Dominicana.

La Española además de ser la isla más grande del conjunto de islas del Caribe, tenía un probable yacimiento de oro en su interior por lo cual reunía las condiciones que el almirante Colón buscaba en un territorio para lograr el asentamiento de su expedición. Posteriormente Colón envió un grupo de hombres al mando de Rodrigo Escobedo a la isla denominada Santo Tomás para hablar con el gran cacique isleño que les procuró presentes e información sobre un territorio llamado “Cibao”, que está relacionado con “Cipango” que es como se denominaba anteriormente a la isla de Japón, que tenía grandes minas de oro, pero lo que no sabían es que el cacique de tal isla era el caníbal Caonabo.

Desembarco de Colón.

El 24 de diciembre del año 1492 Cristóbal Colón decidió conocer al cacique del que le habían hablado, por eso se dirigieron con la Santa María del cabo de Santo Tomás hasta Punta Santa, al oscurecer el día el almirante tomo la decisión de dejar al cargo de la nao al segundo de abordo y éste a su vez queriendo descansar dejo al cargo de la dirección del timón a un grumete con poca experiencia. Durante la noche las distintas corrientes marinas condujeron a la Santa María a un banco de arena donde quedaría encallada, fue tal el temor de aquellos que dejaron a cargo del barco al grumete que antes de decirle al Almirante el motivo del encalle se bajaron del barco huyendo a la isla más cercana.

Durante varios intentos el Almirante y sus hombres hicieron todo lo posible por conseguir que el barco reflotara por encima del banco de arena, bajaron toda carga pesada del barco para conseguir que pesara menos, pero los intentos por reflotar la nao fueron inútiles. La imponente nao quedó encallada en lo que sería en la actualidad Bahía del Cabo Haitiano.

El 26 de diciembre el Almirante tomó la decisión de construir un fuerte en la zona más cercana al encalle de la nao, para la construcción de tal fuerte fue necesaria la madera que obtuvieron de la Santa María, así se pudo realizar la construcción de un fuerte denominado Navidad porque el encalle de la nao se dio en noche buena. Durante los nueve días posteriores los españoles realizaron distintas obras de adaptación del fuerte, construyendo por ejemplo un foso defensivo y dentro situaron las distintas cabañas para que se pudiera vivir. Colón tuvo que dejar a muchos que no pudieron subir en las carabelas restantes, alrededor de unos 35 hombres quedaron en el fuerte. El Almirante regresó con el resto de la expedición a España el 4 de enero de 1493.

Construcción del Fuerte Navidad.

Tras su estancia en las cortes de Portugal y Castilla en su regreso a Europa, Colón emprendió su segundo viaje a las indias, reunió a 1500 hombres y 17 embarcaciones, saliendo de España el 25 de septiembre de 1493. Cuando llego a las islas que anteriormente habían descubierto, Colón fue encontrando distintos cadáveres de españoles colgados en los arboles a modo de advertencia. Finalmente el 26 de noviembre llegaría la expedición al territorio donde se había construido el Fuerte Navidad, el Almirante decidió no acercarse a la costa puesto que corría el riesgo de encallar de nuevo, por eso avisaron a cañonazos de que estaban allí. Varios indígenas en canoas decidieron avisarles de que no pasaba nada, que sus hombres continuaban en el fuerte y que sólo algunos habían muerto por las enfermedades.

El 28 de noviembre de 1493 los primeros españoles llegarían al fuerte y encontrarían una escena terrorífica, todas las infraestructuras habían sido incendiadas y todos los miembros que habían dejado allí estaban muertos a manos de los indígenas de la zona. El cacique Guacanagari se entrevistó con Colón convenciéndole de que los indios taínos eran los culpables de tal masacre, al ser caníbales.

El Almirante creyó a su aliado para poder seguir conservando sus relaciones que serían provechosas para los españoles. Colón decidió fundar un nuevo asentamiento lejos del territorio tan conflictivo donde había realizado el primero, se construyó un fuerte en un lugar solitario de la costa norte, fundaría una villa que denominaría La Isabela, en honor de la reina Isabel I de Castilla. Este emplazamiento tendría una población de 1500 hombres, aunque al poco tiempo sería despoblado.

Fuerte Navidad en la actualidad (Haití).

 

Vlad Drácula: vida y mito

Vlad Drácula también conocido como Vlad Tepes o Vlad III es un monarca que desde su vida (1431-1476) años que datan entre el final de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna (1453 caída de Constantinopla y 1492 descubrimiento de América) hasta nuestros días ha sido objeto de diversas interpretaciones, dando lugar a la creación de diversos mitos y leyendas que con el paso del tiempo han ido engrandeciendo la figura de este personaje, pasando de ser el rey de Valaquia a ser el Príncipe de las Tinieblas, ya que Bram Stoker basó su obra Drácula en el personaje de Vlad Drácula. Este artículo se ocupa de la evolución de esta figura durante la Edad Moderna hasta la llegada a Bram Stoker, escritor que se basó en nuestro personaje para la creación de la obra literaria de Drácula (1897), novela que dio forma al mito del vampiro que tanto se ha difundido tras su éxito y que en la actualidad ha dado lugar a una gran saga tanto de libros como de películas de ciencia ficción sobre vampiros.

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Biografía

Vlad Draculea nació en Sighisoara (cerca de Valaquia, Transilvania, Rumanía) el año 1431 y muerto cerca de Bucarest (capital de Rumanía) el año 1476.

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Nacido en 1431 en Sighisoara, cerca de Valaquia (Transilvania, Rumanía) durante el exilio de su padre Vlad II Dracul. Vlad Tepes fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad Dracul, príncipe de Valaquia y miembro de la Orden del Dragón. Esta orden, en la cual ingresó Vlad Dracul por concesión de Segismundo de Luxemburgo en el año 1431, tenía como emblema una serpiente alada, símbolo del diablo en la cultura folclórica rumana, y en sus filas se encontraba un numeroso ejército de fieros guerreros.

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Vlad Tepes vivió una infancia traumática, hecho que sin duda resultó determinante a la hora de conformar su sádica personalidad. Entre 1436 y 1444, pasó su infancia en Tirgoviste, capital de Valaquia, ya que su padre recuperó el trono.

De 1444 a 1448, él y su hermano pequeño Radu II el Bello, permanecieron como rehenes entregados por su propio padre a los turcos en Edirne (Adrianópolis) como símbolo de apoyo al sultán Murad II. Durante su cautiverio, el joven Vlad fue adiestrado en las artes de la guerra y se familiarizó con la cultura y la lengua turca, pero en octubre de 1448, tras el asesinato de su padre que había muerto apaleado y de su hermano Mircea, al cual le habían quemado los ojos con un hierro candente antes de enterrarlo aún con vida. Ambos sucesos fueron ordenados por el conde Juan Hunyandi, antiguo aliado de Vlad II, y apoyados por los boyardos, que eran la aristocracia local, a los cuales Vlad tuvo desde entonces odio eterno. Vlad con el apoyo de los turcos retornó a Valaquia, donde fue coronado  como nuevo rey bajo el nombre de Vlad III.

Este primer reinado no durará mucho, ya que, ese mismo año tuvo que abandonar el poder, pues se produjo la rebelión de los boyardos, encabezados por Juan Hunyadi, regente de Hungría, esto obligó a Vlad a exiliarse en noviembre de 1848, primero a Moldavia y más tarde a Hungría.

Este suceso no freno sus ansias de recuperar el trono, más bien lo ascendió, puesto que reunió a su propio ejército y finalmente en el año 1456 vio cumplido su sueño al recuperar la corona de su ansiada Valaquia, tras matar a Vladislav II.

Durante su segundo reinado en Valaquia que data entre 1456 y 1462, empieza a forjarse su imagen negativa y la leyenda sobre el sadismo de Vlad Dracula a quien empiezan a denominar como Vlad Tepes, a quien se le atribuyen más de cien mil muertes durante este periodo. Esta imagen negativa proviene de su entorno en las poblaciones sajonas y húngaras, con quienes mantendrá una política de tensa hostilidad y enfrentamientos, al igual que con los turcos.

En 1462, lanza una ofensiva contra el territorio fronterizo turco, que causó veintitrés mil muertos, a la que Mehmet II responde en junio con una campaña, en la que el sultán está a punto de perecer, y en la que los otomanos lograron acabar con los recursos del rey de Valaquia, entronizaron al hermano de Vlad, Radu II el Bello como rey de Velaquia y lo obligaron al exilio en Hungria. Una vez allí, pidió asilo al rey húngaro, Matías Corvino, quien, lejos de atender sus peticiones, lo traslado a Pest y lo mantendrá encarcelado y retenido durante doce años, alegando falsas acusaciones.

En julio de 1475, el rey de Hungría lo libera y pone a disposición de Vlad un ejército a fin de recuperar para su reino el territorio de Valaquia. Un año más tarde, en noviembre de 1476, Vlad Tepes volvía a hacerse con la corona de Valaquia tras la victoria en la batalla de Vaslui, en la que contó con el apoyo de las tropas de su primo, el principe Esteban Bathory de Moldavia, con un ejército formado por transilvanos, boyardos valacos y moldavos.

Tras esta batalla, su primo Esteban volvió a Transilvania dejando a Vlad en una posición muy débil frente a los enemigos turcos. Por ello, a las pocas semanas de su triunfo, en la Navidad de 1476, el rey de Valaquia, Vlad III fue asesinado en una emboscada realizada por los turcos, que lo asesinaron y exhibieron su cabeza en una estaca en Estambul.

Mitos y leyendas de su figura durante la Edad Moderna

Como ya he mencionado anteriormente, Vlad Dracula fue el personaje en el que el escritor irlandés Bram Stoker se inspiró para crear el personaje del vampiro en el Conde Drácula, con lo cual observamos que la imagen que ha dado lugar durante su vida y que nos ha llegado a la actualidad sobre él es una imagen negativa, perversa, de sádico, de diabólico y de no tener compasión hacia el enemigo.

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Esto por lo que se observa ya viene de herencia anterior a él, ya que su padre se gana por méritos propios el apodo de “Dracul” (El Diablo) por su afamada crueldad y sangre fría y que posteriormente heredaría su predecesor. Predecesor que ha pasado a la historia por su apodo Drácula (proviene de “Draculea”). La terminación “ulea” en rumano quiere decir “hijo de”, lo que podría traducirse como “El hijo del Diablo”.

En los documentos de la época se le describe como un tirano sanguinario, alejado de la fe cristiana, que goza con la muerte indiscriminada y que siente predilección por empalar a sus víctimas, lo que le valdrá posteriormente, a mediados del siglo XVI, el apelativo de ‘Empalador’ que en rumano significa Tepes, de ahí su denominación más conocida como la de Vlad Tepes (Vlad el Empalador) y que llevará a convertirlo en el famoso Drácula.

Su comportamiento diabólico y sin compasión se entiende ya desde muy pequeño, pues a muy temprana edad, trece años, fue enviado junto a su hermano, por su propio padre para ser rehén del sultán turco y luchar en su ejército de ese modo aprendió muy tempranamente disciplina militar y no pudo gozar de una infancia placentera.

Lo cierto es que un delegado papal en la corte húngara lo describió así:
No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto
espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas
pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra.

Esta descripción nos describe a un personaje frío, que provoca miedo y espanto, nos describen la imagen de un sádico que no siente compasión ante nadie y concuerda con los mitos y leyendas que se cuentan en torno a su figura.

En la actualidad, observamos como esa imagen ha ido cambiando y que tanto en las películas como en los libros actuales se representa a Dracula como un personaje más varonil y sobre todo romántico, algo que no concuerda con su descripción en los documentos de la época.

Como ya he mencionado anteriormente, el apodo de Tepes nos indica su predilección a la hora de ejecutar a sus enemigos, puesto que tenía predilección por la técnica empalamiento. Esta técnica de tortura y ejecución terrorífica consistía en introducir a la victima sobre una estaca de punta afilada de aproximadamente 3,50 m de longitud atravesarlo por el ombligo o el corazón, levantarlo y dejarlo morir, esta muerte sería relativamente rápida y estaría destinada para los más afortunados.

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Es destacable la leyenda que cuenta que un buen día un comerciante extranjero pidió auxilio a Vlad porque unos ladrones le habían robado un saco con monedas de oro, Vlad le dijo a ese comerciante que se marchara y regresara mañana, al día siguiente este comerciante entro al salón principal donde allí se encontraba Vlad en su trono rodeado de los ladrones, sus mujeres e hijos empalados a su alrededor y le dio la bolsa de monedas al comerciante y le pregunto si estaba todo el oro, a lo que el comerciante con voz temblorosa respondió que le sobraba una moneda, Vlad le dijo que su honradez le había salvado ya que había una de más, si hubiera dicho que estaba todo hubiera acabado empalado al igual que sus ladrones.

La población se quejaba de los continuos robos que sufrían por parte de ladrones y asaltantes en sus territorios, además de los pobres, que según Vlad no aportaban nada al país. Para erradicar esto, cuenta la leyenda que organizó un festín en una casa de las afueras de la ciudad, en la cual se invitó a pobres, ladrones, tullidos, leprosos y enfermos. Cuando ya todos estaban bien servidos de comida y borrachos de vino, Vlad se presentó con su guardia en la casa y preguntó a todos los allí reunidos si querían una vida sin privaciones ni preocupaciones y que todos los días se dieran festines como aquél, a lo que los mendigos y demás personas respondieron que sí y que había sido el mejor día de sus vidas. Vlad mandó a sus soldados que cerraran todas las puertas de la casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. Eliminó la pobreza acabando con los pobres. Esto se fue repitiendo con todos los mendigos en cada comarca de su principado.

Nunca sabremos si esto es verdad o mentira, pero lo que sí es cierto es que este comportamiento convertirá a su país en un lugar más seguro sin ladrones, llegó a tal nivel de seguridad que según la leyenda en las fuentes y plazas de los pueblos se mandaban colocar una copa de oro para beber de ella, ya que nadie sería capaz de robarlas, pues en caso de hacerlo sería sometido ante la justicia de Vlad.

Hay un mito sobre las caravanas de comerciantes alemanes que en su ruta no pararon por su amada Valaquia a comerciar con Vlad. Éste, al enterarse de la falta de respeto hacia él y su pueblo, mandó asesinar a los comerciantes exceptuando a dos, pero a estos dos no les perdono, sino que a uno de ellos le sacó los ojos y al otro le cortó la lengua y los hizo volver con las cabezas de los comerciantes a su lugar de partida.

Además, según cuenta la tradición rumana dos monjes fueron a reunirse con Vlad a su castillo. Cuando entraron observaron los cuerpos empalados al rededor de la corte y Vlad les preguntó que qué les parecían los empalamientos, uno de ellos respondió que hacía muy bien en hacerlos pues era una misión divina castigar el crimen, mientras que el otro lo condenó. Uno de los monjes fue empalado y el otro fue recompensado. Según las versiones tradicionales rumana y rusa, premió al honesto y empaló al que lo alabó.

También es conocido su afán por beberse la sangre de sus enemigos y comer rodeado de empalados, un visitante que comió junto a él tuvo que taparse la nariz al no poder respirar con la olor a putrefacción que había en la sala, Vlad se lo tomo como una falta de respeto y lo mando empalar en lo más alto del salón ya que allí podría respirar mejor.

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Supuestamente, entre 40.000 y 100.000 personas murieron de esta manera, o a través de otros métodos de tortura, a manos de los hombres de Vlad, durante los años que duraron sus sucesivos reinados, siendo su segundo reinado (1456-1462) el que lo culminó con su imagen negativa: enemigos, traidores, delincuentes de todo tipo e incluso algún mendigo. Vlad odiaba, más que cualquier cosa, los robos, las mentiras, el adulterio, y no perdonaba a nadie por su rango, es más cuanto mayor era el rango del traidor, más duro era el castigo.

De este mismo modo, Vlad consiguió acabar con los enemigos interiores como eran los boyardos (aristocracia local) quienes asesinaron a su padre y a su hermano. Estos durante su segundo reinado entraron como invitados a un festín el día de Pascua de 1459 en Tirgoviste, donde les pidió ir vestidos con sus mejores galas. Cuando terminaron de cenar, Vlad mandó empalar a los más viejos que fueron atados, colocados boca abajo y empalados con estacas romas que penetraban más lentamente en su cuerpo para que el suplicio durara más. Vlad los dejaba pudriéndose durante meses. Se dice incluso que un ejército turco que pretendía invadir Valaquia se volvió atrás, aterrado, cuando encontró a varios miles de empalados descomponiéndose en lo alto de sus estacas, a ambas orillas del Danubio.

Mientras que a los boyardos más jóvenes los obligó a ir desde Tirgoviste hasta lo alto del monte Poenari. Los boyardos fueron a pie y muchos perecieron en el largo camino, pero los que llegaron aún con vida fueron obligados allí a trabajar como mano de obra esclava y a construir el castillo de Vlad, de este modo sus preciosas ropas de galas quedaron convertidas en harapos, mientras eran obligados a construir el castillo e iban muriendo de cansancio, enfermedad o de hambre a lo largo de los meses de trabajo. Este castillo es el conocido como Fortaleza de Poenari y este es el verdadero castillo de Vlad.

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Verdadero castillo de Vlad en Poenari

Esta fortaleza estaba localizada en un punto estratégico excelente en lo alto del monte Poenari y desde el que podía visualizar Velaquia y la llegada de cualquier enemigo. En la actualidad, cuando se habla del Castillo de Drácula muchos piensan erroneamente en el Castillo de Bran como lugar de la antigua residencia de Vlad, esto se debe a que Ceacescu, antiguo presidente de Rumanía, sabía que tras la obra de Bram Stoker sobre Drácula una oportunidad así no la podía dejar de escapar, pues el castillo real de Vlad Tepes estaba en ruinas y andaba lejos de las principales atracciones turísticas, por lo que decidió buscar en otras localizaciones como Brasov, capital turística del esquí en Rumania, allí se encontraban varios castillos y fortalezas, entre los que destacaba el Castillo de Bran, lugar del que hizo publicidad para atraer turismo.

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Castillo de Bran (falso castillo de Vlad)

Además de todo esto, Vlad logro atrapar al más peligroso de sus adversarios, Dan Voeivod en la primavera de 1460, al que obligo a cavar su propia tumba y asistir a su funeral antes de hacerlo decapitar.

Tras acabar con los enemigos interiores, Vlad se dispuso a acabar con los enemigos exteriores. De este modo, decidió alzarse contra los turcos. Este alzamiento contra los turcos empezó en 1459, cuando el papa Pio II convocó a una nueva cruzada contra los turcos, en el congreso de Mantua. Pero solo Vlad y Matías Corvino, rey de Hungría respondieron afirmativamente a la petición del papa. En 1460, el sultán Mehmet atacó la fortaleza de Smederevo, en Serbia, cerca de la frontera con Valaquia lugar donde residía un gran amigo de Vlad, y allí despellejo y luego descuartizo a uno de los mejores amigos de Vlad, Miguel Szilahyi.

A partir de ese instante, Vlad decidió que Valaquia debía dejar de pagar el tributo al sultán turco y dejar de servir como intermediario entre turcos y húngaros. Este tributo anual que Valaquia debía pagar a los otomanos consistía en 10.000 ducados y 200 niños cristianos, para ser formados como jenízaros. Cabe recordar que él mismo junto a su hermano fueron mandados por su padre desde muy pequeños como parte de este tributo. Cuando Mehmet II se percato de que Vlad no iba a pagar, envió a varios representantes de su corte a Tirgoviste, para pedir explicaciones a Vlad por su retraso en el pago del tributo. Estos iban ataviados con sus ropas tradicionales, entre ellas el turbante. Al presentarse ante él, Vlad les preguntó por qué no le mostraban respeto descubriéndose la cabeza, y los turcos respondieron que no era costumbre en su país. Vlad ante tal ofensa respondió a las exigencias de los enviados turcos clavándoles el turbante a sus cabezas.

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A finales de 1461, Vlad comenzó con su plan para liberar Valaquia del yugo turco. Empezó por atacar las fortalezas otomanas del Danubio. Aunque en algunas de ellas no le hizo falta usar la fuerza, como en la fortaleza de Giurgiu, lugar al que entró disfrazado de turco, y hablando el turco a la perfeccion, allí engaño a los defensores de la fortaleza para que le abrieran la puerta. Una vez logrado su objetivo y tras lograr la victoria en esa fortaleza hizo pagar a los defensores por su error ejecutandolos de diversas formas y quemado la ciudad hasta los cimientos.

Desde Giurgiu, Dracula se dirigió Danubio abajo hacia el mar negro, con su infantería viajando en barcazas y la caballería protegiendo ambas orillas del rio. Quemando pueblos y ciudades, saqueando todo el alimento que encontraba y empalando a todo turco que veía, Dracula empezó a recibir la ayuda de búlgaros, serbíos y griegos en su ruta hacia el mar negro.

Cada ciudad que conquistaba, Vlad enviaba una carta a Corvino informándole detalladamente del número exacto de enemigos que había eliminado: 6.414 en Giurgiu, 1.350 en Eni Sala, 6.840 en Durostor, 1.138 en Nicopolis, etc. Segun decía, en total había terminado con la vida de 23.884 turcos, incluyendo aquellos que habían sido quemados vivos en sus propias casas. Y como prueba, envió a Corvino dos grandes sacos llenos de orejas y narices de turcos, además de varias cabezas, incluyendo la de los enviados turcos, con el turbante aun clavado.

Sin embargo, el ejército turco lanzó una ofensiva contra Vlad en la que por su mayor número de contingentes acabarón invadiendo Valaquia, colocó a Radu II el Bello, hermano de Vlad como monarca de Valaquia y obligaron a Vlad a huir a Hungría.

Vlad huyó a Hungría para pedir protección y apoyo del rey, pero el rey lo encarceló hasta el verano de 1475. Durante sus doce años de encierro pedía a los guardias que le trajeran palos y pájaros para aplacar su sadismo empalando a ratones y pajarillos.

Tras su liberación y victoria en Vaslui llego su tercer reinado, reinado corto debido a su pronto asesinato. Este asesinato también esta lleno de mitos y leyendas populares que se crearon tras su muerte y durante la Edad Moderna en cuanto a lo que allí sucedió, ya que existen por lo menos tres versiones relacionadas a su muerte:

Existe una versión que asegura que murió durante la batalla por infieles boyardos que lo traicionaron, esto no es de extrañar viendo el odio que los boyardos guardaban hacía Vlad, persona que mando ejecutar a muchos de ellos en las peores circunstancias y a los que no ejecutaba les guardaba mucho tiempo de sufrimiento y cansancio construyendo su fortaleza.

Otra versión, señala que murió por sus propios guardaespaldas que lo traicionaron. Esta versión tampoco es de extrañar debido a que Vlad luchó y descargó toda su brutalidad tanto contra cristianos como contra musulmanes. Defendiendo lo que le convenía en cada momento, tanto musulmanes como cristianos lo tenían por maldito, quedándose él en una posición media, obligando a musulmanes de su país a luchar contra los musulmanes turcos y a los católicos a matar ortodoxos.

La tercera versión, y a la vez la más difundida, es la que señala que durante la batalla que se produjo durante la emboscada, antes de ser capturado por los otomanos, logró escapar de sus enemigos y para evitar que lo atraparan se colocó el atuendo de un soldado otomano caído para pasar desapercibido entre las filas enemigas y huyó dirección a sus hombres, estos al verlo lo confundieron con el enemigo y el resultado fue una muerte al instante por sus propios soldados, decapitándolo y dejando su cuerpo en el campo.

El único detalle del que se tiene certeza es que los turcos desollaron la cabeza cercenando su cara y su cabellera del cráneo y fueron llevados como trofeo a Constantinopla, donde el sultán ordenó que se colocara en una estaca para no dejar lugar a dudas con relación a la muerte de Vlad Dracula.

En cuanto a su cuerpo, nunca se ha sabido que sucedió con sus restos, pero se piensa que fueron depositados finalmente en el monasterio de Snagov. Durante una campaña arquelógica entre el año 1932-1933 encontraron en el interior de una cripta de la iglesia del monasterio de Snagov el cuerpo intacto y una tela de seda ocultaba la cabeza. Al retirar la tela de seda se pudo observar como la piel del rostro y el cabello habían sido arrancados y vieron como el cuerpo en cuestión de minutos se desintegraba, con lo cual era imposible aclarar de quién era el cadáver.

Sin embargo, según los observadores del momento y teniendo en cuenta la información sobre su muerte y observando la costumbre turca de arrancar la piel de la cara y el cabello se ha concluido que, muy probablemente, se trataba del cadáver del legendario y temido Vlad III, príncipe de Valaquia.

También, hay gente que dice que la tumba que tenía su nombre estaba vacía y en su interior solo habían restos de animales, esta explicación se sustenta en que los monjes griegos que se hicieron tiempo después con el monasterio, no quisieron que un personaje tan despiadado estuviera enterrado en el lugar más sagrado del monasterio, así que sacaron sus restos y los enterraron en otra tumba junto a la entrada. Esa tumba se derrumbó por efecto de una riada y los restos de Vlad se perdieron en el lago.

Estos mitos sobre su persona se fueron creando tras su muerte y fueron creciendo durante la Edad Moderna, hasta la llegada en 1897 de Bram Stoker, fecha en la publica su célebre novela Drácula, en la que el protagonista, identificable con el príncipe Vlad III, es un vampiro que alcanzará enorme notoriedad. Ahora bien, del histórico Vlad III apenas queda rastro, salvo la pertenencia al linaje valaco al que se alude mediante la onomástica al emplear el patronímico (Dracula) o la alusión a su campaña contra los turcos y su predilección a ejecutar a sus enemigos mediante el empalamiento.

Pese a la imagen negativa y cruel que se fue creando sobre Vlad el Empalador durante la Edad Moderna, en Rumanía fue venerado como paladín de la cristiandad contra la invasión musulmana, pese a que siempre se le representa con la estrella de ocho puntas, nunca con una cruz. En la actualidad Vlad Tepes es considerado un héroe nacional en Rumanía.

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Estatua de Vlad Tepes

Un saludo, Señor República.

Las encamisadas, la osada estrategia de los tercios españoles.

En la temprana modernidad Europea, fueron diversas las innumerables innovaciones que se dieron en el ámbito militar desde el belicoso siglo XVI, hasta bien alcanzado ya el siglo XVIII; tácticas, técnicas, innovaciones, armamentos, formaciones,… todas y cada una de las parcelas del mundo militar se vieron transformadas a lo largo de este periodo, aunque no así todas han sido bien estudiadas y conocidas, así como tampoco nos es conocida su relevancia en el transcurso histórico.

Este silencio documental con respecto a la historia militar nos trae toda una serie de elementos que han sido poco conocidos o estudiados, relevando su papel a un simple complemento de los procesos históricos, que en ocasiones se entienden por constantes e inalterados o inevitables al propio transcurso de las sociedades.

Escuadrón español. Desembarco islas Terceras, también llamadas Azores

Pintura donde aparecen representados los tercios en formación. 

No siendo esto así, cabe destacar la importancia, por ejemplo desde el campo de la historia militar del surgimiento, o renacimiento, de la estrategia y la  táctica militar a lo largo del siglo XVI. Una de estas estrategias, probablemente una de las más desconocidas a pesar de su eficacia practica en combate, son las encamisadas.

Entendemos desde la historia militar, la encamisada como la incursión nocturna que realizaban los Tercios Españoles, en contra de las tropas, víveres, armas, suministros, y campamentos enemigos.

Esta táctica militar, es un ataque por sorpresa que solía darse durante la noche o cerca del amanecer, cuando se entiende que el enemigo se encuentra descansando o dormido.

Su nombre se debe a que los soldados que formaban parte de las encamisadas, solo vestían una camisa blanca, sin llevar consigo las pesadas y ruidosas armaduras, acompañándose de una espada y una daga, aunque también podía llevar consigo mosquetes o arcabuces para ser usados en una posible huida.

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Dibujo de un soldado de los tercios, con el equipo (daga-espada) que solían portar en las encamisadas. 

Hay quien defiende que la camisa se disponía sobre la ropa, para que los encamisados pudieran identificarse los unos con los otros.

Un reducido número de efectivos, era los encargados de realizar sabotajes y robos en los campamentos y posiciones enemigas, degollar al mayor número posible de enemigos, y sólo al retirarse, incendiar los edificios, las tiendas y los elementos de asedio y artillería que estuvieran en poder del enemigo.

«… aprovechando la ocuridad de la noche, los soldados de los tercios, se adentraban con sigilo en el campamento enemigo; degollando, robando y quemando,  a hombres y enseres que encontrasen a su paso.»

Una de las encaminadas más destacadas fue realizada por Cristóbal de Mondragón y sus hombres, para levantar el sitio de la plaza de Targoes en 1577, donde fueron 3.000 los hombres que atacaron al enemigo haciendo uso de la oscuridad de la noche.

A pesar de lo desconocido de  esta acción para el público en general, y para gran parte de los aficionados y estudiosos de la historia, el cine y la televisión nos han permitido conocer cómo se realizaban este tipo de tácticas, en la primera escena de la película Alatriste (2006), adaptación de uno de los libros de Arturo Pérez-Reverte, se ve como el protagonista, acompañado de un grupo de soldados, ambientado en Flandes en 1622, asalta en la oscuridad un campamento enemigo para inutilizar su artillería.

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Escena de la pelicula Alatriste (2006), protagonizada por Viggo Mortensen. 

También, salvando las distancias, en el mundo fantástico creado por G.R.R.M. en su saga Canción de Hielo y Fuego más conocida por la serie de HBO, Juego de tronos, podemos ver como en el capítulo 5×7-El Regalo el campamento de Stannis Baratheon es atacado por unos soldados de la casa Bolton encabezados por Ramsay Bolton, dejándoles sin los elementos suficientes para atacar la ciudad de invernalia, una estrategia, para la que con toda seguridad su  autor se inspiró en algunas de las más osadas técnicas usadas por la legendaria infantería española.

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Ramsay Bolton, interpretado por Iwan Rheon, en una escena de la famosa serie de HBO.

Don Tiranía.

Los casacas rojas británicos, la gran infantería inglesa en el s.XIX.

Las tropas británicas que lucharon contra los ejércitos napoleónicos en la península Ibérica en 1808-1814, y en Waterloo en 1815, procedían en su mayoría de los estratos sociales más bajos. Pese a la célebre frase del duque de Wellington (“Tenemos a la escoria de la Tierra como tropa común”) la infantería británica demostró estar formada por combatientes duros y decididos, ya se tratara de asaltar la brecha de una fortaleza o de pasar la prueba de la potencia de fuego y el frío acero franceses en campo abierto.

La gran mayoría de los hombres que militaron en las filas del ejército británico durante las guerras napoleónicas fueron voluntarios, alistados de por vida (por 25 años, en la práctica) o bien por periodos más breves, permitidos en tiempos de guerra. Wellington describía los motivos de sus soldados para alistarse en los términos más despectivos: “Algunos de nuestros hombres se alistan por haber engendrado bastardos, otros por faltas menores, y muchos más por borrachos”. Algunos escogían el ejército para escapar de la cárcel o de dificultades personales. Los que tenían juicios pendientes por delitos menores como la caza furtiva podían evitarlos alistándose, y también los deudores refugiarse de sus acreedores. La pobreza llevó a muchos a las armas, en especial irlandeses hambrientos tentados por las perspectivas de comidas regulares.

                                                  -Arthur Wellesley, Duque de Wellington. 

Durante las guerras napoleónicas, el ejército creció tan deprisa (obligando a crear batallones nuevos) que se produjo una gran escasez de reclutas y hubo que ofrecer considerables incentivos para atraerlos, llegando en 1805 a las 12 guineas (una guinea equivalía a 21 chelines). Cuando ni así se completaron los grupos, se recurrió a reclutar a un gran número de soldados de la milicia, en un proceso que se aproximaba mucho a la leva forzosa sin renunciar al principio de voluntariedad. La milicia era una fuerza civil de defensa nacional compuesta por hombres elegidos por sorteo y para los cuales la transferencia al ejército era muy deseable, pues en la primera se sufrían todos los inconvenientes de la vida militar sin nada de la aventura que prometían en el segundo. Por dichos medios, Gran Bretaña logró reunir para 1813 un ejército de unos 300.000 hombres, frente a los 50.000 de los tiempos de paz. El prolongado periodo de guerra generó también una gran demanda de oficiales, que salieron en su mayoría de la pequeña aristocracia y la burguesía: los hijos de clérigos suponían el 10% del total de oficiales. Aunque fuesen personas de alguna relevancia social, los oficiales no eran necesariamente gente adinerada, pero quien carecía de fortuna y de contactos tenía pocas probabilidades de hacer una carrera brillante. El ascenso se solía conseguir por combinación de compra, patrocinio o antigüedad. La carrera típica de un oficial podía empezar por la compra paterna de un puesto de alférez, el de menor rango entre la oficialidad, por unas 500 libras. A medida que se iban creando vacantes en el regimiento, podía ir comprando nuevos ascensos. La antigüedad por sí sola prevalecía de forma ocasional, ofreciendo una vía lenta de ascenso para los oficiales sin medios de fortuna. Éstos podían progresar más rápidamente por medio de actos extraordinarios de valor, o de amigos influyentes y bien situados en el lugar preciso. No era frecuente que salieran oficiales de la tropa, pero se daba el caso: uno de cada veinte oficiales había sido antes suboficial.

Se contaba con que los oficiales mostraran su valor en el combate, y con que la experiencia adquirida en la lucha contra los franceses, un número creciente de ellos adquirió competencia para ejercer el mando. Como en la mayoría de los ejércitos, algunos oficiales eran respetados y admirados por los hombres por sus órdenes, y otros, despreciados por ignorantes e ineptos. En cualquier caso, los oficiales dependían de manera crucial de la habilidad de sus sargentos y brigadas, a menudo los miembros más experimentados y profesionales de cada compañía. El brigada solía comenzar como soldado raso y ascendía por méritos, y su capacidad militar debía completarse con la de saber leer y escribir y con dotes administrativas, dada la carga de papeleo incluida entre sus deberes.

En el ejército británico de las guerras napoleónicas, la instrucción rigurosa y los castigos draconianos se seguían considerando la clave de una infantería eficaz, como lo habían sido a lo largo del s.XVIII. El empleo del impreciso mosquete de chispa, el Brown Bess, como arma principal de la infantería hacía imprescindible el fuego coordinado disciplinado, y no había lugar para la iniciativa individual del soldado raso. Los conceptos imperantes en una sociedad decididamente desigual dictaban el trato dispensado a los hombres. Se daba por supuesto que, a falta de castigos corporales, la tropa procedente del pueblo no tardaría en degenerar y convertirse en una turba desorganizada y cobarde. Los azotes eran la respuesta habitual a la desobediencia a la autoridad o faltas como embriaguez, a la que los soldados eran desde luego muy dados. El sistema pretendía crear soldados que obedecieran las órdenes sin rechistar, maniobraban de modo coherente en combate y usaran mosquetes causando el mínimo daño a sus camaradas y a ellos mismos, y el máximo al enemigo.

Sin embargo, a la altura de 1800 la vieja escuela contaba ya con críticos importantes, y se introdujeron reforma. En la infantería ligera (light bobs) y los regimientos de fusileros, la iniciativa individual no se reprimía  del todo, y hubo tímidos esfuerzos por motivar a los hombres con el respeto mutuo en lugar del temor al castigo. De todos modos, para la mayoría de los soldados existían razones más que complejas para querer hacer un buen papel, entre ellas la presión de sus iguales y la lealtad a los amigos y camaradas presente en todos los grupos de combatientes, la defensa de sus colores o la lealtad a su rey y patria eran los motivos simbólicos que incentivaban la lealtad entre los soldados.

El ejército dirigido por Wellington que intervino en la guerra de la Independencia española era una entidad compleja y, en algunos aspectos, poco manejable. Se trataba de una fuerza multinacional que incluía no sólo escoceses e irlandeses, sino también numerosas tropas del fuera del Reino Unido, por ejemplo, la Legión Alemana del Rey. Los regimientos de infantería combatían junto a la caballería y la artillería, pero no estaban integrados en ellas. Dentro de la infantería había tropas de distinto tipo, cada una con uniforme y modos de combatir propios.

Las marchas y contramarchas por Portugal y España en las complejas campañas que se sucedían año tras año eran una verdadera prueba de resistencia, sobre todo con el calor estival. El soldado raso cargaba con unos 25 Kg, y se esperaba de él que marchara unos 25 Km al día. En ocasiones se marchaba durante 30 días consecutivos desde el amanecer hasta la puesta de sol. Hasta 1813 no se emplearon tiendas de campaña, y los soldados construían sus refugios con lo que podían, o dormían al raso. A lo largo de la guerra en España, los británicos registraron una tasa de mortalidad terrible a causa de las fiebres y el agotamiento.

El temple de los casacas rojas quedaron claramente de relieve en la guerra de asedio que fue tan importante en las campañas en España. Las plazas de Ciudad Rodrigo, Badajoz y San Sebastián fueron tomadas por asalto tras largos preparativos. En opinión de un teniente, ningún deber del soldado era “tan mortificante y desagradable como un asedio”. Tras el asedio los soldados buscaban la manera de poder asaltar la plaza, la brecha era el modo de invadir la fortificación, las reglas de la guerra dictaban que si una población fortificada se negaba a rendirse una vez abierta la brecha, los atacantes tenían derecho a saquearla: las tropas de Wellington lo ejercieron sin piedad en Ciudad Rodrigo, Badajoz y San Sebastián, donde los civiles fueron víctimas de asesinatos, violaciones y robos como revancha por las penalidades de la campaña.

Al enfrentarse a los franceses en campo abierto, la infantería británica distaba de comportarse como la horda de borrachos que saqueo Badajoz. Su rasgo más destacado era la firmeza, cualidad especialmente admirada por quienes conocían por experiencia el horror de las batallas de la época. Sin protección, mantenía la formación frente al fuego de cañones y mosquetes, y a bayonetas, lanzas y sables. Las najas eran inevitablemente elevadas. Al resistir el ataque francés en La Albuera en 1811, muerieron o cayeron heridos unos dos tercios de los soldados de infantería. Uno de ellos escribió con orgullo que “los hombres caían como bolos, pero no dieron ni un paso atrás”. Durante las campañas en la península Ibérica, Wellington comenzó por explotar la capacidad de sus tropas para mantenerse en posiciones defensivas, en particular al ocupar las líneas de Torres Vedras, cerca de Lisboa, en 1810-1811. Más adelante, su ejército, junto con sus aliados portugueses y españoles, mostró un carácter ofensivo, sobre todo en la batalla de Arapiles (Salamanca), en 1812. En este célebre encuentro, la infantería británica avanzó en columnas y se desplegó en línea para atacar a unas fuerzas francesas escasas de hombres a causa de la campaña rusa. La caballería británica se distinguió por una vez por su valor y agresividad. La derrota del ejército francés resultó abrumadora, con 7.000 bajas e igual número de prisioneros.

Pese a la sangría de hombres y recursos que supusieron aquellas campañas para Francia, la península Ibérica no pasó de ser un escenario secundario. El choque con Napoleón en Waterloo en 1815 puso a prueba al límite la capacidad de los casacas rojas y resultó ser su momento de gloria.

-Batalla de Waterloo, 18 de junio de 1815 (Bélgica).

Saludos de Mr. Democracia.

Stefan III cel Mare, príncipe de Moldavia.

Esteban III de Moldavia (1433-1504) fue conocido como “Esteban el Grande” (Stefan cel Mare) o “Esteban el Santo”, fue príncipe de Moldavia entre 1457 hasta su muerte en 1504, fue el miembro más destacado de la Casa Real Musat. Recibió apoyo militar de Vlad III de Valaquia en su lucha frente a los otomanos.

Esteban o Stefan, como se le llamaba en Moldavia, transformó su principado en un estado poderoso que mantuvo su independencia a pesar de las ambiciones de los grandes estados que le rodeaban como eran Hungría, Polonio o el Imperio Otomano que querían someter el territorio moldavo. Durante su reinado se dieron continuas guerras debido a que su territorio se situaba en una zona de conflicto fronterizo, pero eso no pudo evitar el florecimiento culturar y económico de Moldavia bajo su reinado.

Una de las características de su reinado fueron la lucha frente al poderoso Imperio Otomano, Esteban además de ser un gran jefe militar demostró  que también era un gran diplomático sensato y refinado, de las 36 batallas libradas contra los turcos venció en 34, en la batalla de Vaslui venció de manera definitiva las ambiciones de los otomanos en su territorio, tras esta gran victoria el Papa Sixto IV le nombró “campeón de la fe cristiana”.

La religiosidad del príncipe moldavo quedaba evidente en la construcción de innumerables iglesias y monasterios por todo su territorio tras sus victorias frente a los otomanos, también aseguro la autonomía de la comunidad monástica con el pago de la deuda del Monte Athos a los otomanos.

Otro de sus grandes enemigos fue el rey de Hungría, Matías Corvino, que intento invadir el territorio de Moldavia pero Esteban consiguió vencerlos en 1467, posteriormente decidió la invasión de Valaquia que estaba dominada por los otomanos en 1471. Tras la victoria contra los turcos pudo frenar sus ansias expansivas por estos territorios.

En 1484 Esteban III tuvo que hacer frente no sólo a los ataques otomanos sino también a los polacos y húngaros, teniendo que firmar en el año 1486 el tratado con el sultán Beyazid II, asegurando el autogobierno de Moldavia pero a cambio de un tributo anual convirtiéndose así el principado en un vasallo del Imperio Otomano durante más de 300 años.

A pesar de la gran cantidad de enfrentamientos con todos los territorios fronterizos y el sometimiento al Imperio Otomano, el reinado de Esteban III , como ya hemos dicho antes, estuvo marcado por un gran desarrollo de la cultura que estaba ligada a la construcción de monasterios e iglesias que hoy en día son patrimonio de la humanidad. Esteban fue considerado por muchos cristianos como santo y fue canonizado poco después de su muerte por la Iglesia Ortodoxa Rumana. Esteban murió en 1504 en Suceava siendo enterrado en el monasterio de Putna, que fue construido bajo sus órdenes.

El legado que nos deja este personaje es enorme siendo admirado por la comunidad rumana, como ejemplo citar una campaña televisiva rumana denominada “Grandes Rumanos” en el que el pueblo voto a Esteban III como “El más grande rumano” de la historia. Nicolae Iorga , historiador rumano, nos habla del carácter de este personaje diciéndonos que fue una gran referencia para el pueblo rumano teniendo como características la honestidad, la paciencia, la valentía, el equilibrio  y siendo amante de lo bello, sin soberbia alguna. Nos muestra un claro ejemplo del buen gobierno que ejerció siendo una referencia para su pueblo a día de hoy. La figura que nos deja Esteban III forma parte de la literatura popular y de la cultura rumana.

Saludos de Mr. Democracia.

El Gran Memorial del Conde-Duque de Olivares.

Fue un informe confidencial cuya autoría se atribuye al valido de Felipe IV, Don Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar , más conocido como el Conde-Duque de Olivares, en el cual se relataba la situación por la cual atravesaba la monarquía hispánica, y exponía los remedios para superarla.

En él, se proponía unificar todas las leyes e instituciones de los territorios de la monarquía compuesta para que la autoridad del rey,  saliera reforzada, al alcanzar en ellos el mismo poder que tenía en la corona de castilla.

El rey Felipe IV a caballo, pintado por Velázquez (Museo del Prado).

El rey Felipe IV a caballo, pintado por Velázquez (Museo del Prado).

El Conde-Duque de Olivares a caballo, pintado por Velázquez (Museo del Prado).

El Conde-Duque de Olivares a caballo, pintado por Velázquez (Museo del Prado).

 

 

 

 

 

 

 

La conocida afirmación “si vuestra majestad lo alcanzase seria el príncipe más poderoso del mundo” se ha atribuido tradicionalmente al Conde-Duque.

Históricamente, lo único similar al gran memorial, fue la llamado Unión de Armas (1626) dos años después de la supuesta redacción de este documento, la cual constituyo un total fracaso en la política interna del valido, provocando la crisis de 1640; con las revueltas de  Cataluña ( la llamada “guerra dels segadors”), Portugal (alcanzado la independencia en 1668) y Andalucía.

A pesar de los numerosos estudios, y la importancia dada al mismo dentro de la historiografía, debemos analizar dicho documento con cautela, ya que su hallazgo fue muy tardío, siendo conocido a través de un libro de Cánovas, presidente del gobierno durante la restauración, sobre la monarquía de  Felipe IV, además existen diversas versiones del documento, no hay un número claro de copias exactas, y su versión más antigua es de 1700, muy posterior a la fecha que se le atribuye.

Obra de A. Cánovas del Castillo, "Estudios del reinado de Felipe IV", donde se hace referencia por primera vez a dicho documento.

Obra de A. Cánovas del Castillo, «Estudios del reinado de Felipe IV», donde se hace referencia por primera vez a dicho documento.

Podemos numerar dos claros antecedentes que podrían dar lugar a la autenticidad de dicho memorial. La primera, sería la propia situación político-económica de la monarquía a comienzos del siglo XVII (depresión económica, guerra de los 30 años, guerra de los 80 años,…), por otra parte, asistimos a un tiempo de cambios, donde los gobernantes de las monarquías compuestas comienzan a alcanzar una mayor cohesión y uniformidad, traduciéndose en un mayor poder interno, con la finalidad de movilizar el máximo número de recursos y aumentando los ingresos de las haciendas reales para hacer frente un nuevo modelo de hacer la guerra, mucho más costosa que la tradicional.

En este ámbito, el memorial, suponía una transformación total que teóricamente permitiría solucionar los problemas de la monarquía hispánica.

Según las interpretaciones del hispanista británico John H. Elliott, el memorial,  se ha interpretado equívocamente, ya que desde la historiografía castellana se ha enfocado desde la imposición y dominación castellana, sobre el resto de territorios de la monarquía, por lo que Elliott subraya que no coincide con los conocidos conflictos de Olivares con la nobleza castellana, en defensa de portugueses y catalanes.

Al mismo tiempo, en el memorial, aparece la propuesta de Olivares de que el monarca se mueva por los territorios de la monarquía, principalmente los peninsulares, para salvar la ausencia real, y también, acabar con el monopolio castellano en cargos y puestos de la monarquía, permitiendo la entrada de catalanes y portugueses en los asuntos de Estado.

Don Tiranía.