El bandolero del sureste peninsular

Jaime José Cayetano Alfonso Juan, más conocido como “Jaume El Barbut o Jaume De La Serra” fue uno bandoleros más buscados durante el siglo XIX y sin ninguna duda uno de los más conocidos de toda España.

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Jaime nació en la localidad de Crevillente (Alicante, España) el día 23 de Octubre del año 1783. De familia humilde, hijo de Jaime Alfonso Juan y de Maria Antonia Juan Carrillo. Desde su infancia se dedicaba a la ganadería por las montañas de la zona con lo cual no había rincón en toda la sierra que el bandolero no conociera.

Cuando cumplió los veinticinco años se fue a trabajar al viñedo de una finca de Catral donde conoció y posteriormente se casó con Antonia Gracia Doncella con la que tuvo dos hijos, José María y Juana Alfonso.

En 1806, en el pueblo de Catral era famoso el bandido apodado “El zurdo”, un ladrón sin prejuicios, al que seguía una gran banda. Una de aquellas tardes «El Zurdo» intentó robar uvas en la finca donde Jaime trabajaba, pero Jaime le resistió, el bandido  calló muerto ante sus seguidores de un trabucazo que Jaime le propinó en el pecho. Aquí empezó la vida de Jaime como bandolero.

Jaime huyo al monte perseguido por los hombres de «El Zurdo» buscando venganza pero  desistieron viendo que no había forma de seguir al Barbudo por aquellos terrenos.

Pensó entonces en entregarse a la justicia de Catral que, después de explicarle lo sucedido incluso se lo agradecerían pero, seguro que cuando aparecieran los del Zurdo acabarían con él.

Así que de noche volvió a hurtadillas al pueblo para recoger a su familia y ponerlos a salvo llevándolos a la barraca de su cuñada en Orihuela. Sabía que tarde o temprano los del Zurdo le descubrirían, por ello fue a refugiarse a la sierra de Abanilla.

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Sima-Cueva  escondite de Jaime «El Barbudo»en Hondon de las Nieves

 

Su principal epicentro de acción se encontraba en la tríada de las sierras de Crevillente, la Pila y el Carche, desde donde tenía una visión muy extensa de todo el territorio. Las primeras correrías de Jaime como bandolero fue junto a «Los Mojicas», un grupo muy sanguinario de bandoleros al que tras pasar una temporada se enfrenta a ellos en 1808 por sus métodos agresivos, quedando como jefe de la misma tras una discusión en la que mueren dos de los tres hermanos lideres de la partida.

Jaime, al que ya conocían como “El Barbudo», controlando un basto territorio del sudeste peninsular, pues cada camino estaba escoltado por él o algún contacto; cada rico que pasaba por su territorio debía pagar su impuesto, sólo robaba a los que más tenían y parte del botín lo repartía entre las gentes más humildes de las aldeas y los pueblos de la sierra. Su nombre entonces empezó a correr de boca en boca y fueron juntándose hombres que le seguían, dicen que llegó a tener una banda de hasta 200 seguidores.

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El Barón Taylor que fue ayudante de campo del General de Orsay en la Guerra de la Independencia, visitó esas tierras y se encontró con el Barbudo, éste, a cambio de un precio razonable le dio su escolta y protección durante varios días y, cuando se despidieron, como recuerdo se intercambiaron sus armas. De esta forma, en la biblioteca del Barón Taylor en París, estuvo colgado durante años el trabuco de Jaime el Barbudo.

Durante la Guerra de Independencia (1808-1814), Jaime empieza a comprender el delicado estado político de España y se convierte en una mezcla de ladrón y guerrillero afamado en las tierras de Valencia y Murcia donde luchó contra los franceses . Destacan los episodios sucedidos en Murcia el año 1812, donde Jaime junto a 100 hombres de su bando se enfrentó a las tropas francesas que ocupaban la ciudad, dando muerte a un alto número de soldados de las tropas del general Soult.

Tras la Guerra de Independencia, Jaime “El Barbudo” se retira a la Sierra de Crevillente donde se le comunica el sobreseimiento de las causas criminales contra él debido a sus méritos de guerra, volviendo al poco a su casa con su esposa. Pero en 1815 Jaime, vuelve y reúne de nuevo a su partida cometiendo destacados robos en Orihuela y Villena y poniendo en entredicho la frágil seguridad que ofrecían las vías de comunicación entre los pueblos del Vinalopó con las zonas de Murcia y Cartagena, imposibilitando el libre tránsito de mercancías y viajeros, pese a los considerables gastos que suponía el mantenimiento de varios contingentes armados asignados a la persecución del Barbudo. Se atribuyó el fracaso del ejército al frecuente relevo de los destacamentos militares, ya que cuando un comandante adquiría la suficiente destreza y dominio del terreno en el que se desenvolvía «El Barbut», era reemplazado por otro regimiento, teniendo que acomodarse nuevamente la tropa al terreno. A ello se unía el gran apoyo y protección que brindaban los habitantes de la zona al bandido crevillentino.

Al poco tiempo se pone precio a su cabeza, y Jaime se siente por primera vez en su vida inquieto, pues poco a poco empiezan a llegar las tropas y los Edictos Reales contra él y su partida.

 

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Contienda entre soldados y bandoleros

Se trató de realizar una suscripción popular con el fin de reunir 5000 duros, y destinarlos a exterminar al Barbudo y su pandilla. El editor del diario popular de Murcia ofreció el monto de medio año de su diario para dicha colecta. Unos días más tarde, el redactor recibió una notificación del bandolero manifestándole: “que una noche entrará en Murcia y le arrancará de la entretela del corazón el importe de su oferta.”. Crecía la consternación y el desánimo en los pueblos, cada vez era mayor el número de voces que reclamaban fuertes medidas contra los ladrones. Distintos rotativos publicaron un decreto emitido por el jefe político de Valencia, Francisco Plasencia signado el día 7 de agosto de 1821. En el referido edicto, el rey Fernando VII gratificaba a Juan Navarro, integrante de la milicia local de Novelda, por el mérito contraído al eliminar al famoso Marrana, integrante de la partida de Jaime. El monarca le concedió una gratificación de 10.000 reales de vellón, a la vez que ofrecía una recompensa de 30.000 reales por la captura de su cabecilla Jaime Alfonso, 10.000 reales por cada sujeto que estuviera más de 4 años en la banda y 6.000 por los individuos que se hubieran  incorporado con posterioridad.  Medidas que pretendían el más pronto exterminio de la totalidad de la cuadrilla.

Los últimos años de su vida se puso en contacto con El Ángel Exterminador, un grupo ultracatólico de Murcia que, finalmente, lo acabaron traicionando y fue detenido y posteriormente condenado a muerte.

En la plaza de Santo Domingo de Murcia se habían instalado dos cadalsos, plataformas provisionales, construidas principalmente de madera, en la plaza principal de una ciudad para ejecutar públicamente una pena de muerte como escarmiento, uno para el garrote y otro para la horca. Si ya el garrote era considerado denigrante para el ajusticiado,  la horca era lo destinado a la calaña, donde finalmente  lo ajusticiaron el día 5 de Julio de 1824. Pero la autoridad tenía que dar un escarmiento al pueblo que había convertido a Jaime el Barbudo en un héroe, de forma que se descuartizó el cuerpo de Jaime desmenuzándolo en partes para luego ser fritas y de esta forma evitar que se descompusieran.

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Cada parte de su cuerpo fue introducida en jaulas de hierro y fueron colgadas en postes bien visibles en los pueblos de la comarca. Su cabeza fue expuesta para escarmiento público en  el ayuntamiento de Crevillente, una de sus manos se colocó en el puerto de la Mala Mujer, cerca de Hellín, un brazo en Elche y otro en Murcia, el pie derecho fue a Hondon de las Nieves y el pie izquierdo a Jumilla.

A Jaime, aún hoy, se le recuerda por todos los rincones donde actuó.    Imagen

 

 

Espero que os guste, saludos Señor República.